Diario de León
Publicado por
AL TRASLUZ EDUARDO AGUIRRE
León

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Pilar Baeza, candidata de Podemos a la alcaldía de Ávila, fue condenada hace tres décadas por participar en el asesinato de su presunto violador. Según la sentencia, los autores de los disparos fueron su novio y un amigo, ella puso la escopeta. Y es posible que el liderazgo. Lo hicieron para vengarla, pero la violación no quedo probada. Más allá del derecho a la reinserción, el caso plantea inquietantes interrogantes jurídicos, morales y policiales. Ahora, quien entonces era su novio asegura que los dos primeros disparos se los descerrajó ella, experta tiradora. «Yo era joven e ingenua», ha declarado. Joven sí, lo de ingenua es rebatible. «Yo nunca he sido de derechas ni de izquierdas, quiero justicia para la gente, que no se rían de nosotros», dijo al iniciarse en el activismo político, para luchar contra las preferentes. Pero los muertos no ríen. Uno intuye que los tres asesinos pertenecían, en aquel tiempo, a la clase de personas con las que es mejor no toparse en una carretera solitaria. Quien entonces era su novio ha declarado a El Mundo: «Siempre me he arrepentido de lo que pasó», lo que también dice Baeza. Pero él añade más: «Poca pena he cumplido por lo que he hecho». Y pasó 16 años en la cárcel frente a los 7 de ella. «Mentimos en la declaración, para salvar a Pilar, su abogado montó la mentira», asegura. También dice que el asesinato se cometió en casa de los padres de Pilar, no cerca del pozo al que fue arrojado el cadáver. De ser así, no estamos ante un mero derecho al olvido.

Una famosa escritora de novelas de vampiros, cuando era menor de edad ayudó a asesinar a la madre de una amiga suya. Dado que tuvo inserción y redención no escribiré su nombre, de sobra conocido por sus más de cien millones de lectores. «Es más difícil escribir sobre ángeles que sobre vampiros», ironiza quien ha escrito sobre ambos, desde una personal visión cristiana.

«He cumplido con la justicia en todos sus términos y digo todos, habiendo cerrado ese capítulo de mi vida sin ninguna deuda con la sociedad», insiste la candidata. Al escuchar sus palabras, allí donde se encuentre, el hombre al que le impidieron volver a reír habrá esbozado algo parecido a una sonrisa, sin llegar a serlo.

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