EDUCACIÓN | La reducción del alumnado no debe repercutir en los recursos educativos
Era previsible que la caída de las cifras de natalidad provocara situaciones como la que se dará el próximo curso en la matriculación de los alumnos del primero de Educación Infantil. Según los datos recabados, el número de plazas que se ofertan es el doble que el número de niños de tres años que optan a matricularse. Con esta nueva generación en las aulas llegará un momento en que se deba poner fin a la política de agrupar a los alumnos en clases masificadas y la tendencia, también en los grandes núcleos urbanos, sea la de acercarse al número óptimo de alumnos por aula, que se sitúa, según los expertos, entre las 14 y 15 plazas, unas cifras que actualmente se duplican, especialmente en el caso de los cursos superiores.
El escenario actual al que se enfrenta la sociedad no parece que vaya a facilitar la reversión de los datos de natalidad, algo prácticamente descartable. Lo interesante será encontrar fórmulas para optimizar los recursos de cara a la nueva situación. La reducción en el número de alumnos no tiene por qué significar, en términos generales, la supresión de aulas o la reducción de docentes. Es hora de apostar por la mejora de la calidad del sistema educativo, adaptar la enseñanza a las nuevas tecnologías —cuyo acceso en la escuela pública sigue siendo muy limitado— y diseñar asignaturas y temarios a lo que está porvenir. Así, de una situación lamentable pero inevitable, pueden sacar provecho las nuevas generaciones y la sociedad en la que les tocará vivir.