TRIBUNA
De carreteras peligrosas en ‘Tierra de Lobos’
E n el año 2016, el 3 de marzo, sE informaba en este medio y bajo el titular La carretera de La Cepeda es una de las más peligrosas de la provincia de esta circunstancia viaria en la zona. De acuerdo con el título, en singular, pudiera parecer que en esta comarca de medio centenar de pueblos solo existiera una carretera; mas, no. Existen varias y, en la mayoría de los casos, altamente peligrosas. La misma noticia daba cuenta de la existencia de 800 kilómetros, de los 3.000 provinciales, que «pueden considerarse actualmente peligrosos».
Recientemente, el día 13 del presente mes, se acaba de aprobar un plan, por parte de la Diputación Provincial, de 20 proyectos de mejora de estas necesarias vías. Ciertamente es un plan de choque necesario para aminorar en 70 kilómetros tanto recorrido gravoso. Entre estos proyectos se explicitan dos destinados a carreteras cepedanas: Sueros-Riofrío y Riofrío-San Feliz de las Lavanderas. Sin duda se trata de dos tramos que precisan de una intervención restauradora dado su deficiente estado. Nada que objetar y es de suponer que el resto de comunicaciones del citado plan también precisan la correspondiente adecuación, pero, al mismo tiempo, todo proyecto invita a la reflexión y al cuestionamiento a cerca de la acción más urgente y también sin perder la mirada retrospectiva a los planes de mejora anteriores; toda vez que subyace otra pregunta: ¿por qué suelen ser, casa siempre, los mismos los últimos?
Hace poco más de un año, y también en este diario, reflexioné sobre esta circunstancia a la vez que exponía dudas acerca de la elección de los proyectos elegidos y sobre la realización de una selección adecuada. Si el criterio de selección, para identificar y seleccionar la urgencia de esta intervención, recayera sobre la peligrosidad vial o en la cuantía de tránsito que soportan las vías, deseo señalar que la carretera que va desde Palazuelo de Órbigo y enlaza con la LE-451 en Quintana del Castillo, que a su vez discurre por Quintanilla del Monte, Riofrío, Ferreras, Morriondo y Castro, con certeza concita tales condiciones urgentes para intervenir en su mejora y que de ningún modo se justifica, y una vez más, su olvido o demora. Acertadamente el Plan atenderá el breve tramo de Riofrío a Ferreras, pero la solución resta muy incompleta. Razones: el enlace citado, Palazuelo-Quintana, es sumamente estrecho, de modo que en numerosos tramos el cruce de dos vehículos supone riesgo o detención de uno de ellos; el trazado responde al viejo camino de carruajes rurales y persisten las curvas y la falta de visibilidad, en numerosos casos, en una topografía que no presenta dificultades y ni precisa de grandes movimientos de tierras; el paso por los pueblos, sobretodo en Morriondo y Castro, es zigzagueante y «altamente peligroso»; de igual modo la señalización resulta escasa e imprecisa; el asfaltado, en estado pésimo y levantado, parcheado y con gran presencia de socavones, y, al mismo tiempo, tras la nevada pasada y dada la eficaz y rápida actuación de las máquinas quitanieves de la mancomunidad cepedana, en muchos tramos se presenta en estado lamentable y que los ocasionales parcheos no lo mejoran.
Pudiera exponerse que estos motivos los cumplen otros tramos provinciales y, quizá, así sucede; mas, se desea dar otra razón. La citada carretera sufre, sin duda, más tráfico que muchos de los intervenidos o propuestos. Una vez que se abrió, desde la A-6, el tramo de Brañuelas a Quintana del Castillo, localidad donde se detiene a pesar de la propuesta de enlace por Carrizo de la Ribera con la nacional de Astorga a León, una parte relevante del tráfico de El Bierzo con la ciudad de León o el que conduce a los polígonos del alfoz capitalino o de Villadangos o a los de El Bierzo, por ejemplo, elige esta ruta dado el acortamiento de tiempo y gasto. La elección para los viajeros es adecuada, pero no la carretera y menos aún para vehículos de gran tonelaje que también eligen este nexo y que contribuyen sobremanera a su mayor deterioro. Sería fácil acusar de alarmismo; la respuesta se halla desde la objetividad que concede una simple percepción visual, pues quienes viajamos por la provincia poseemos argumentos comparativos determinantes.
Ante esta situación los cepedanos reiteran la secular pregunta: ¿por qué las bondades del progreso siempre llegan en último lugar a esta tierra? Es paradigmático el proyecto vial de Astorga a Pandorado que arranca a inicios del siglo XX y no se ultima hasta finales del mismo. Una infraestructura que, en su momento, hubiera aportado desarrollo y progreso a esta tierra ubicada en el centro de la provincia y que generosamente, con gentes, agua, luz, minería y agricultura, tanto ha contribuido al enriquecimiento de la misma.
También, a inicios del siglo XX un medio capitolino leonés calificó a La Cepeda, junto a La Cabrera y Los Ancares, como ‘Tierra de lobos’. Lobos de dos tipos, se decía, los que campaban cual alimañas, y ahora regresan nuevamente, causando daño a la ganadería y los que acudían a recoger impuestos o votos. Sobra recordar que los cepedanos pagan impuestos y que de tanta aportación esperan algún benéfico retorno; si bien, quizá, sea tarde en pocos años. Deseo recordar, y lo he vivido en la proximidad, cómo la luz, el teléfono, asfaltado de calles, alumbrado público, agua corriente, etc., etc., y otros bienes tecnológicos a la mayoría de los pueblos cepedanos llegaron tardíamente. Y se hace constar que los cepedanos migraban por necesidad buscando jornales y recursos para sus hogares; eran, pues, suficientemente conocedores de los recursos y de los medios que otros leoneses, por fortuna, disfrutaban; mas, ellos no lograban.
También estoy seguro que la mejora de estos viales algún día sucederá, pues al final «siempre toca», se dice. ¿Será demasiado tarde? Tarde para unos pueblos con población envejecida, con descenso de la producción agropecuaria y que, dadas las malas infraestructuras, no siempre resultan atractivos para nuevos pobladores, caso de jubilados o de trabajadores del sector terciario que desean fijar su puesto de trabajo en zonas rurales, toda vez que en esta zona la vía digital eficaz es un sueño. Persiste la pregunta: ¿por qué las infraestructuras evitan La Cepeda a pesar de su centralidad geográfica y a la ausencia de complicaciones orográficas? ¿Acaso esta situación no la pudieran convertir en espacio nodal y logístico entre los dos puntos económicos y demográficos más señeros de la provincia, León y Ponferrada? Pero se precisan infraestructuras y voluntad de tener, itero, en cuenta oportunamente en algún Plan a esta tierra que anhela dejar ser ‘Tierra de lobos’ o ¿ha de pensarse que siguen perviviendo aún los dos tipos de lobos citados; si bien, esta vez, los tipificados en segundo lugar llegan disfrazados de apernadores? Los cepedanos no se cansan de esperar, pero pudieran desesperar toda vez que, y es otra más, las bondades les llegan demasiado tarde.