SEGURIDAD Y DERECHOS HUMANOS ??ARTURO PEREIRA??
Inmigración, migración, ciudadanos
S egún las Naciones Unidas una de cada treinta personas en el mundo es migrante. Esto nos da una idea de la movilidad y del vitalismo que se revelan contra los muros y la separación entre los seres humanos que atentan contra su propia naturaleza. La humanidad es un todo que necesita interactuar para sobrevivir. No es propicia para fracturas o quiebras que distingan entre los de primera clase y el resto. La historia lo deja bien claro.
Si pretendemos repetir los errores del pasado, con nuestras miserias, racismos, xenofobias y demás abominaciones que nos condujeron a guerras, genocidios y sacaron lo peor de nosotros, entonces las consecuencias son bien conocidas.
Es una constante histórica que el ser humano se revela contra la esclavitud y contra cualquier forma de sometimiento que restrinja sus más elementales derechos. Muchas han sido las culturas que intentaron subyugar a otras, y aquí no hay raza que se escape a tan bastarda conducta. Muchas de ellas pasaron de dominadoras a esclavizadas como si una venganza demoniaca intentara hacer una justicia infernal. Que se lo digan por ejemplo a los mayas dados a los sacrificios humanos de las tribus que sometían.
Pudiera decirse que el mundo se rige por unas reglas de equilibrio y compensación. La naturaleza intenta compensar todo desequilibrio de una forma espontánea y por el contrario nosotros intentamos aniquilar u oprimir a los que consideramos inferiores o simplemente diferentes y cuyas diferencias no nos gustan.
Generalmente los inmigrantes son diferentes a nosotros, en costumbres, formación, o simplemente en la manera de entender la vida. Eso no es ni bueno ni malo, depende de cómo se consiga gestionar la diversidad resultante de tan variadas culturas. La clave está en, por una parte, una voluntad decidida de contribuir al desarrollo y bienestar por parte de los inmigrantes para la sociedad que les acoge y por otra, la voluntad decidida de acogida de la sociedad receptora.
No caben sociedades culturalmente monolíticas. Es imposible en un mundo donde todo está interconectado; la economía, la política, el progreso, todo depende de todo y donde el próximo reto es colonizar marte, que se creen guetos físicos o ideológicos frente a los que vienen de fuera.
Todos los países del mundo reciben inmigrantes y exportan migrantes. La diferencia radica en los motivos por lo que se dan estos hechos. Los inmigrantes y migrantes con recursos económicos son recibidos en todas partes. No así aquellos que necesitan ayuda; a estos se les considera, digamos suavemente, de otra forma.
Sobre la inmigración se han dicho muchos tópicos, quizás sea necesario explicar con claridad y de forma cierta qué hay de verdad en muchos de los males que se le atribuye. Nada tiene tanta fuerza como la verdad y en este mundo de las redes sociales las mentiras que generalmente son medias verdades pueden costarnos caro.
En este orden de cosas, no es cierto que los inmigrantes que llegan a España sean exclusivamente los que aparecen lamentablemente a diario en la televisión huyendo de las guerras y las miserias. Alguien debiera explicar que muchos de ellos son profesionales que están realizando trabajos que de otra forma no habría quien los hiciera. No me estoy refiriendo a trabajos muy dignos como los que a todos se nos vienen a la mente, pero que no necesitan de una cualificación especial. Me refiero a trabajos como médicos, ingenieros o abogados.
No olvidemos que los españoles hemos migrado a lo largo de la historia y esto nos permitió entre otras cosas descubrir todo un nuevo mundo, crear ese nuevo mundo y ser el mayor imperio de la historia conocido. Por ello, yo no quiero llamar a nadie inmigrante o migrante sino ciudadano.