cartas al director

El concepto de minero fuera de las comarcas

E stos días de atrás salía en Equipo Investigación de La Sexta un reportaje documental sobre la Marcha Negra de 1992. El impacto que creo, no solo en las cuencas mineras, sino en todo el país fue grande.

La marcha que se desarrollaba entre Villablino y Madrid con 500 mineros por donde pasaba iba dejando un rastro de emoción y admiración. Fuera de la provincia de León veían la marcha como algo inédito y a la vez con caras de saber cómo eran los mineros, esto a pesar de que todos los días, estas personas, conviven a diario con familiares de mineros, amigos de mineros o mineros inactivos que viven en otros rincones de España.

Yo recuerdo en Madrid, a principios de 2000, que cuando hablaba con gente de allí de los mineros la mayoría creían que un minero era un hombre de 1.80 o más con unos brazos como piernas y con una cultura general escasa.

Cuando oía esas cosas yo les decía que un minero es un trabajador normal y corriente que vive de ese trabajo como otro cualquiera, además añadía que los había con carrera universitaria.

Otras les decía, para que viesen la importancia de ese empleo, a pesar de lo duro que era, que las madres que antiguamente decían aquella famosa frase: «Mi hijo a la mina no», luego años más tarde acabaron diciendo: «Si mi hijo pudiera entrar en la mina».

Pues he de decir que uno de los que veían a los mineros así se comió un botillo crudo porque no sabía que había que cocerlo, esto a pesar de que lo pone en la etiqueta.

Volviendo al inicio en aquella marcha entre los cánticos en Madrid, y entre una lluvia de periodistas, entre los que estaba Joaquín Arozamena (RTVE) se oían decir frases como: «!Hasta hay mineros guapos!» o «!mira ese que pequeño es!».... vamos ni que hubiera una medida estándar. Durante los últimos años se ha estado criminalizando a los mineros, y sobre todo a través de alguna prensa, a veces con un trato de terroristas. El minero lucha por su empleo y por mantener viva su comarca, como lucharían los gallegos por la prohibición de la pesca o los andaluces si les prohíben la recolección de la aceituna ni más ni menos y esa imagen exterior es producto de la ignorancia a veces difundida por alguna prensa que se documenta desde una oficina en Laponia.

ANTONIO ARIAS TERRADO