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Publicado por
MARÍA J. MUÑIZ
León

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Hay cosas que pueden quitarte. Y otras que, por más que se empeñe quien se empeñe, te pertenecen y punto. No hay quien sea capaz de arrancártelas. Aunque que intenten correr estúpidos velos sobre ellas, con la técnica del avestruz de que lo que aparentemente no se ve, no existe. Actitudes que desde luego desvelan mucho más de quien las practica que de quien las padece, con más o menos resignación.

Así ha pasado doce años Javier García-Prieto, que entre otros muchos cargos públicos fue presidente de la Diputación de León. Le pese a quien le pese, aunque parece que sólo le pesaba a una. Eso no hay quien pueda borrarlo o fingir que no existe. Ni eso ni la huella que su personalidad dejó en los pueblos que recorrió, ni su tarea, ni su talante para escuchar a aquellos a los que debía servir, fueran del partido (no judicial, del otro) que fueran.

La patochada de no colgar su retrato en la galería de presidentes que adorna la zona noble del palacio de los Guzmanes sólo conseguía una cosa: que una ausencia pesara más que todas las demás presencias. Aquella que le negó, con irracionalidad que no sorprendía a nadie, lo que en derecho le correspondía. Al final cada uno tiene lo suyo, y a García-Prieto se le hizo ayer justicia que asumió quitando hierro al asunto, como es habitual en él. «Lo vas dejando...» Y agradeciendo el cariño que se le muestra, y que sigue recogiendo allá donde vaya.

No se trata de hacer balance de este o aquel mandato, ni subir al ex presidente a los altares o bajarlo a los infiernos. Esa no es la cuestión. Lo que resulta de justicia es recibir el mismo trato que sus predecesores, de lo que no le podía privar ningún rodillo o apisonadora. Cumplido está.

La historia acaba poniendo a cada uno en su sitio, o así debería ser. La colocación del retrato de García-Prieto en la galería de presidentes estuvo rodeada tanto de su sonrojo, que estas cosas le van poco, como del cariño de los demás. Otros cuadros del pasillo palaciego tienen, desde luego, menos guiños a su paso.

A partir de ahora sí, de la galería presidencial se podrá opinar sobre todo de los variados estilos artísticos con los que han pasado a la posteridad los protagonistas. Y confiar en que no haya que decir nunca aquello de que, como no encontraron al autor, colgaron al cuadro.