EDITORIAL | Un 1º de Mayo necesario para que nadie quede atrás en la sociedad
Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) difundidos hace unos días pusieron en evidencia que las cosas no están bien en el mundo del trabajo. La conocida estructura económica española fija el suelo del paro en el doble que la media europea. Son cifras que nunca pueden darse por buenas, ni siquiera en los meses en los que la eventualidad fundamentada en el turismo consigue que el número de desempleados no sea tan elevado. Los estudios económicos y sobre la realidad social también exhiben que las cosas no están bien en España. Hay demasiadas personas en riesgo de exclusión social, muchas de ellas con trabajos que tienen una situación de precariedad que no les facilita una vida acorde con unos mínimos que sean asimilables a los derechos que figuran en la Constitución de 1978.
La crisis agravó todo esto y las cosas no se han enderezado aún suficientemente. Los asalariados sólo han recuperado un 24% del dinero que perdieron como consecuencia de la recesión. Y el trabajo que hay en general hoy en España es de poca calidad y con unos salarios más reducidos, algo que atenta directamente contra el bienestar ciudadano pero también pone en cuestión la estabilidad del propio sistema, porque al final cuestiones fundamentales como la sanidad o las pensiones precisan de las cotizaciones e impuestos de esos trabajadores que hoy son menos y con unas condiciones más precarias. Este 1º de Mayo debería servir para impulsar un debate serio sobre hacia dónde se dirige en estos momentos el mundo del trabajo en España.