AL TRASLUZ
Góngora, oscuridad dorada
Para muchos leoneses, Luis de Góngora es solo una calle en Armunia. Quizá, también un retrato de Velázquez o aquel a quien Quevedo definió de «hombre a una nariz pegado». Pero fue y es uno de los grandes de la literatura, genial poeta del Siglo de Oro. Ya en vida (1561-1627) conoció la celebridad, aunque con discrepantes y enemigos, que somos españoles y la condición humana es la que es. Su prestigió se mantuvo años después de fallecer, hasta que en el XVIII el cambio en los gustos lo sepultó de nuevo. En el XIX hubo cierto interés por su obra, pero fue la Generación del 27 quien hizo de él estandarte. Luego, quedo en el ámbito de lo minoritario, pese a que su influencia ha sido y es tal que impregna a muchos de quienes ni siquiera lo han leído. Este mes llega a las librerías una nueva edición completa de sus sonetos, llevada a cabo por Juan Matas Caballero, catedrático de Filología Hispánica y Clásica, en nuestra Universidad, además de decano. Salir con el aval de Cátedra, y en su colección Letras Hispánicas, más que un logro supone sacar la excalibur de la piedra. Ha estado trabajando en ella quince años: 212 sonetos con introducción, notas y explicaciones, a lo largo de 1747 páginas. La anterior edición completa salió en 1969, por Biraté Eiplijauskaite, lo demás han sido antologías. Ahora es otro cordobés quien nos trae su propuesta, que amplía los fijados por la lituana.
Menéndez Pelayo lo tachó de hacedor de imágenes sin contenido, entre otros desdenes, y esto fue calando en el imaginario colectivo y en el filológico. El gran Dámaso Alonso luchó por zanjar sambenitos, sin lograrlo del todo. El injusto prejuicio perdura y este libro supone, pues, un acontecimiento necesario. Urgía, pero lo riguroso ha de cocerse despacio.
Góngora es una calle, pero también un callejero en sí mismo. Tiene versos muy oscuros, sí, pero sus destellos son dorados. Nada que ver con la hueca filigrana críptica, con el enigma sin enigma de sus malos imitadores. Deséchese ya tan injusto prejuicio. Y empecemos la recuperación en esta ciudad de poetas. Sonetos, de la mano de Juan Matas, nos ayudará a que así sea.