La antorcha encendida

Estuve en Oviedo y me tomé un café con el leonés y quijotista Emilio Martínez Mata. Como leerían en los periódicos, ha descubierto en la Universidad de Harvard el manuscrito de una obra teatral del XVIII, basada en nuestro caballero andante y su escudero. El próximo martes, este catedrático de la Universidad de Oviedo presentará en su Paraninfo, el ensayo Guía esencial del Quijote (Visor), de Anthony Close, uno de los cervantistas que mejor ha estudiado esta obra maestra española en su intención/recepción cómica, capaz de provocar «un sentimiento de pathos» y reflexiones profundas en sus lectores, sin alejarse de lo humorístico. En 1978, su La concepción romántica del Quijote fue recibida con recelo por quienes solo sabían leer en circunspecto a Cervantes. Fallecido en 2010, quedaba por editar en nuestro país este manual, publicado en 2008 en inglés. De nuevo, el empeño de Martínez Mata ha sido decisivo para que podamos disfrutar en nuestra lengua de la sabiduría de Close. Lograrlo no ha sido mero empecinamiento, cazurrismo lo llamamos aquí, sino consecuencia de su firme convicción acerca de lo justo, energía imprescindible en docencia y en investigación. En el acto intervendrán también la responsable de la Cátedra Emilio Alarcos, Josefina Martínez, la directora general de Universidades del Principiado, Cristina Valdés, y Jonathan Thacker, de la Universidad de Oxford. Un acto cultural de primera.

En el viaje de regreso, fui escuchando en el coche noticias en la radio, algunas de ellas me hicieron añorar aquellas palabras de Sancho tras su paso por la política: «Desnudo nací, desnudo me hallo; ni pierdo ni gano; quiero decir que sin blanca entré en este gobierno y sin ella salgo, bien al revés».

Afortunado el docente que tiene maestros académicos y de conducta, como para Martínez Mata lo ha sido y lo sigue siendo Anthony Close; pero también qué suerte para este, incomprendido al principio, que alguien de la valía profesional de este leonés creyera en su obra. Otro difusor de su importancia fue y es José Montero Reguera, también paisano nuestro si Max Aub tenía razón y uno es de donde estudió el bachillerato. ¡Qué bella tarea mantener encendida la antorcha del mejor cervantismo!