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León

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Alas campañas electorales se llega llorado y con los deberes hechos. Algo así explican los veteranos de la política para advertir que lo esencial es no perder votos. Por eso los que se saben ganadores son muy cautos. Esa era la receta en los periodos preelectorales. Pero el espectáculo que vivimos, con un bombardeo de propuestas casi todas ocurrencias e imposibles es un mercadeo que no sabe de pudor.

Una barra libre favorecida porque muchos saben que no verán ni por asomo la tarta y otros que el lunes habrá que pedir un butano de naranja ciudadano.

Debo reconocer que abandoné el hábito de seguir las campañas cuando me lo quité de encima profesionalmente hace muchos años. Me parece todo muy estéril y tramposo. De todo lo ocurrido lo que más me ha interesado es el anuncio de que habrá un plan para el casco antiguo de León. En realidad no es asunto de la campaña, ya está en marcha su elaboración. Urge. En las ciudades de interior las zonas históricas se mueren. En Ponferrada, hace casi dos décadas, se puso en marcha el llamado Peca (Plan Especial del Casco Antiguo). Facilitó la reedificación y atrajo vecinos a la plaza de la Encina, Mercado Viejo, Avenida del Castillo, Pregoneros, Paraisín... Se había roto con un proteccionismo que hacía patrimonio de la humanidad hasta la última cuadra, mientras el Castillo se caía a pedazos. Una paralización heredada de uno de esos alcaldes a los que hace 40 años la Transición elevó a los altares porque por primera vez los ayuntamientos tuvieron dinero para quitar barro y poner farolas. Pero aquel ‘régimen municipal’, que hoy —como ocurre con Rubalcaba— nos lo maquillan quienes entonces hacían ministro a López Gavela cada lunes, sentó las bases de muchos problemas actuales. Se facilitó un Carrefour en el centro de la ciudad. Se permitió al constructor que comparte apellido con los sobaos más famosos el aupar un edificio ilegal de 15 alturas junto al Plantío y campar a sus anchas para usar sus materiales de la cantera de Las Médulas. Y facilitó a un compañero de partido de Camponaraya el primer centro universitario que buscaba solar.

Su pacto con el centrismo condenó al Ponfeblino al permitir un desmantelamiento de la MSP que levantó la vía a Cubillos para un pelotazo urbanístico.

Ahora viene la misma receta. En León butano y en Cacabelos dorito. El lunes empieza el reparto naranja con recetas imprevisibles. ¿Alguien cree que Madrid será capaz siquiera de unificar criterios entre tanto resabiado, buscavidas o puro mercenario?