A la espera
G olpe de Estado... rebelión... sedición... los fiscales y la abogacía del Estado califican de manera diferente, demasiado, los hechos acaecidos en Cataluña que dieron lugar a la proclamación de una fantasmal república catalana. Como no soy jurista no me atrevo a asegurar que figura jurídica se corresponde con los hechos protagonizados por Junqueras, Forcadell, Puigdemont, los Jordis, etc. Eso lo decidirán los miembros del tribunal, pero lo que nadie puede es convencerme es que en aquellos días en Cataluña no paso nada más que pacíficos ciudadanos defendían pacíficamente sus ideales y ansias de independencia.
Lo que ha venido sucediendo en Cataluña a la vista de todos, no caben engaños pues, es que los dirigentes independentistas hicieron caso omiso a los dictámenes del Tribunal Constitucional y organizaron minuciosamente un proceso que les llevo a convocar un referéndum ilegal y más tarde a proclamar solemnemente en el Parlamento de Cataluña la República Catalana. Yo no sé si eso es rebelión o sedición, pero si sé que derogar a las bravas el orden constitucional no es un acto inocente.
Tampoco sé como se puede calificar jurídicamente los actos violentos protagonizados por los partidarios de la independencia y que todos pudimos ver en las pantallas de nuestros televisores.
Eso sí, resulta sorprendente la falta de gallardía de los políticos encausados al escucharles decir que ellos realmente no estaban haciendo nada, que poco menos que lo que hacían era un juego.
Pretender que son «presos políticos» es una ofensa a la inteligencia. No, no son presos políticos. Son políticos que están presos por saltarse las leyes a la torera, porque querer imponer un nuevo orden político en Cataluña pisoteando los derechos de los catalanes que piensan como ellos. Lo que se ha juzgado en el Tribunal Supremo no son ideas, la cuestión es que las ideas políticas se defienden en el marco del Estado de Derecho, respetando las leyes.
Hay que decir que el último día los fiscales han puesto las cosas en su sitio con argumentos jurídicos contundentes frente a los utilizados por la abogada del Estado. Y hay que destacar también el papel impecable, como no podía ser de otra manera, del Presidente del Tribunal, Manuel Marchena y de todos los miembros del tribunal. Ahora solo queda esperar la sentencia.