Diario de León

Los títulos, ¿garantizan algo?

Publicado por
Manuel Arias Blanco PROFESOR JUBILADO DE SECUNDARIA
León

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T enía en mente esta duda cuando aparecen en pantalla investigaciones que me dejan con la boca abierta. No concebía que fuera tan fácil comprar un título, introducirse de hoz y coz en las páginas web de la Universidad y falsear currículos sin haber pisado el aula. ¿Será posible?

No me creo tal desfalco. No me lo creo y quedo atónito mientras escucho la noticia con pelos y señales de cómo acceder a las bases de datos y arreglar el periplo académico de alguien. ¿Tan vulnerable somos? Desde ahora pido –porque no puedo exigir- que se revisen la expedición de los títulos con arreglo al más exigente control. Desde ya. Cada Universidad ha de blindarse de modo que quede constancia del paso de los alumnos por las aulas y del devenir día a día de su participación en la enseñanza.

Tal vez algún cargo autorizado salga a desmentir estos datos escalofriantes. Tarda si no sale al paso de tales noticias que nos dejan a la altura del betún y echan por tierra el esfuerzo de la mayoría del alumnado. No es posible caer tan bajo en cosas tan importantes. De otro modo el descrédito dará pábulo al cierre de todas las universidades. Bastan unos pocos ejemplos para que todo el sistema quede en entredicho.

Y soy de los que opino que los títulos no dan la autoridad suficiente para el desempeño de según qué actividades. Hay muchos que no los tienen y no desmerecen. El título solo te faculta para acceder a ciertas oposiciones, pero hasta ahí. Cualquier persona documentada puede estar capacitada para impartir enseñanza. Cualquiera. Habría que aclarar a qué cotas puede acceder una persona sin títulos. Pero quizás no haya tantas actividades que precisen la exigencia del título.

Otra cosa es que se regalen o se compren los títulos. Entonces está de más la universidad. Si no se aplica con profesores preparados y con la práctica pertinente, carece de interés matricularse. Y luego pasa lo que pasa. Casi nadie le dará importancia a su paso por la universidad. Por eso, debería plantearse el plan de estudios de modo que sea imprescindible la presencia en el aula para sacar adelante las materias por muy teóricas que sean. Habría que añadir la práctica pertinente, sea en la universidad –laboratorios, etc.- o en empresas colaboradoras. Y, claro es, tendría que quedar constancia de ese paso obligado. Aunar teoría y práctica puede ser la mejor manera de acabar con tanta falsedad.

En ningún caso acepto fácilmente estos timos de falsedad y compra. Para mí ha sido altamente positivo el pase por la universidad, el contacto con compañeros y profesores. Aprendí a coger apuntes, a ver cine, a entablar coloquios, a investigar… Fueron años muy productivos y de todos aprendí mucho. El profesor te daba las pautas y luego los compañeros nos las ingeniábamos para llegar a entender bien las lecciones que nos daban. Nadie sobraba en esa construcción del saber. Nadie. Y creo recordar que fueron mis mejores años porque era la hora de aunar memoria y comprensión a la tarea cotidiana. Nunca renunciaría a esos cinco años de continua zozobra y aprendizaje.

Cierto que para ciertos desempeños públicos tal vez baste con los dones que la madre naturaleza otorga a cada uno. Hay cosas que no se adquieren así como así. El don de la palabra, la fantasía, etc., etc. están al alcance de unos privilegiados que nacen con esas dotes. La mayoría, eso sí, tenemos que adquirirlo poco a poco. En nombre de esta mayoría pido a las universidades competentes que vigilen estas falsificaciones y compras y pongan coto al desmadre que se anuncia a bombo y platillo, a no ser que estemos ante timos que no cuelan. Que lo digan. Y punto.

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