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Publicado por
León

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La formación de las corporaciones municipales, tras la fragmentación política que alumbraron las urnas en las pasadas elecciones, dejó en suspenso hasta el último momento el color de la alcaldía en no pocas localidades. Las últimas semanas han sido un no parar de acercamientos y distanciamientos entre afines y contrarios, un pulso permanente para determinar cuánto se estaba dispuesto a ceder para lograr apoyos suficientes con los que hacerse con el bastón de mando municipal. Las fórmulas empleadas han sido más o menos ortodoxas, y no siempre bien entendidas por los votantes, cuya voluntad se ha retorcido en ocasiones hasta lo inimaginable para hacer encajar el cómputo de apoyos en los intereses de los concejales y los partidos.

A la sorpresa de Villaquilambre y el cisma que ha provocado en UPL se sumaron ayer los pactos entre PP y PSOE en Folgoso de la Ribera, Villarejo de Órbigo y Ardón, acuerdos contra natura política para expulsar del sillón de la alcaldía a los candidatos más votados en cada localidad. En Val de San Lorenzo directamente siguen con la fórmula del turno, a dos años por candidato.

Fuera de la provincia el panorama ha dibujado también rocambolescas alianzas (y rupturas de última hora) que tienen a la ciudadanía sumida en la perplejidad y un descreimiento que avanza preocupantemente en el escenario político.

Las hemerotecas son testigo del valor de las declaraciones de intenciones de no pocos líderes y candidatos, que han mutado sin sonrojo principios que proclamaron insobornables para matizarlos, en un sentido o en el contrario según los intereses en cada caso, a la hora de desvelar el respaldo definitivo que prestan. El coste de estos malabarismos se verá en el futuro.

Aprender a gobernar con la estabilidad que resulta exigible desde la inestabilidad en la que se han gestado no pocos pactos es la asignatura pendiente a partir de hoy para todos los que han logrado la representación política a través de la confianza de los electores. Lo que resultaría imperdonable es que el rompecabezas político en el que se han convertido las instituciones las haga ingobernables, y ahí es donde unos y otros cargos tienen que mostrar altura de miras y sentido de Estado, o de servicio al municipio que ahora tienen a su cargo.

El difícil equilibrio de la nueva etapa política comienza a tomar forma desde hoy mismo.

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