Paraísos peligrosos
E l dinero furtivo —fruto del narcotráfico, de la corrupción política o simplemente de la tentación de ponerle a salvo de los impuestos que debería generar— cada día encuentra más dificultades para permanecer oculto. Los llamados paraísos fiscales, abiertos a alojar cantidades multimillonarias de dólares, libras o francos suizos, están perdiendo su impunidad y, lógicamente, clientes. Quizás no con la rapidez deseada, pero sí de forma progresiva. En los últimos ocho años, unos 489.000 millones de euros han sido repatriados a sus países de origen. Aproximadamente es el 34% del dinero que se hallaba bajo la acogida de la veintena de países dispuestos a acogerlo. Los datos pertenecen a un informe de la Ocde y la explicación responde a varias razones. Quizás la primera, sea el miedo que ha cundido entre los evasores.
Las cuentas ocultas en los paraísos fiscales no pararon de crecer hasta 2008, como decía, pero a raíz del escándalo de los ‘papeles de Panamá’, el flujo migratorio del dinero negro se frenó y como decía una buena parte empezó su forzado regreso. Muchos gobiernos reforzaron los sistemas de control, vigilancia e investigación, y las penalizaciones y bloqueos de cuentas enseguida cundieron su efecto. En un informe publicado por Le Monde el dinero ya repatriado supera el presupuesto de Bélgica. Al margen de las operaciones concretas, el peor enemigo de los paraísos fiscales y su impunidad son los intercambios de información sobre cuentas corrientes que mantienen los bancos. Un centenar de países han firmado acuerdos que se están cumpliendo con bastante eficacia. La dificultad que esto supone para mantener los depósitos secretos es fundamental para que las evasiones se frenen.
Son muchas las personas que están cumpliendo condenas, han tenido que pagar multas millonarias o permanecen bajo el ojo de la justicia. Se sospecha que algunas repatriaciones deseadas todavía no se han producido porque sus depositantes temen las consecuencias penales que implicaría auto delatarse. Además de haberse recuperado una parte sustancial, la convicción es que las nuevas evasiones se han reducido drásticamente.
Esto no quiere decir que este problema siga existiendo, que son muy pocos los territorios que han abandonado su condición de paraísos fiscales. Más de veinte continúan ofreciendo facilidades para la protección del dinero extranjero oculto. La relación es conocida, desde las Bahamas a Hong Kong pasando Suiza, cuya banca todavía sigue ofreciendo garantías especiales de secretismo y protección de grandes sumas de capitales.
La UE hace tiempo que asegura estar actuando contra los paraísos fiscales, aunque la realidad es que es poco lo que ha conseguido. Luxemburgo tuvo durante casi dos décadas como primer ministro al actual presidente de la Comisión. Chipre e Irlanda ofrecen unas ventajas fiscales que se convierten en competencia desleal con los otros miembros de la organización.