Oda por el municipalismo
S e dice que la política es rastrera, que en política todo vale. Creo que no es así.
La política es innata al ser humano. Alguien dijo que el hombre (ser social por excelencia) es un animal político. Lo que pasa que muchos paisanos juegan a ser políticos, queriendo aprovecharse de esa circunstancia, y transfieren a la política su forma de ser, egocéntrica y ávida de poder. Se confunde el gobernar con el ordeno y mando, el estar al servicio de la ciudadanía con tener a la sociedad a su servicio… así se convierte la gestión política en corrupta, torticera, hipócrita y por qué no vamos a decirlo, “repugnante”. Se usa el todo vale para mentir, insultar, mal meter, juzgar y sentenciar…
Es la gente mediocre y con mala fe la que desprestigia la política… como a cualquier otro colectivo o grupo social.
Creo que no todo vale, y el que llegue este tipo de gente a la política: falsos, anodinos, mezquinos, … es culpa nuestra, es culpa de todos los ciudadanos que en sociedad cohabitamos. Ya no vivimos en el país del miedo, ni en feudos de señores de la guerra. Nadie tiene que usurpar el poder. El poder reside en el pueblo. Tenemos que recordarnos a diario de nuestros derechos y obligaciones, que para vivir en sociedad hay que aportar y colaborar, que las rivalidades y las cizañas solo nos pueden llevar al desastre. La convivencia requiere de la colaboración de todos. Aunque en ocasiones nos podamos equivocar…
Entiendo que como ciudadanos podemos confundir al político de oficio, con el político de beneficio. Al político por vocación que sirve a la comunidad, del cazafortunas que viene a servirse de la política; al político que asume responsabilidades, del político que las excusa. Hay personajes políticos que van a lo suyo, que todo gira en torno a su persona, que se pasan la vida viviendo de la política, que no aportan nada, salvo críticas a los que gobiernan y haciendo promesas utópicas, que saben que nunca podrán ejecutar.
Pero no es igual criticar que gobernar, no es lo mismo un partido con capacidad de gobierno que un partido o un político que nunca alcanzará la posibilidad de gobernar. No es lo mismo, hacer propaganda, que hacer gestión pública.
Gobernar es otra cosa, lo saben bien la mayoría de alcaldes y concejales de pequeños municipios. Gestionar un ente local día a día, generalmente de forma altruista, enfrentándose cotidianamente en la calle a los problemas de sus vecinos, de todos los vecinos y con insuficientes presupuestos. Es la auténtica escuela de la vocación política, y generalmente con escaso apoyo de los entes supramunicipales. A veces con ninguno. Hay gente en política que no sabe de esta circunstancia, por la cual tendrían que pasar todos los que llegan a este mundo.
La gestión es clave cuando los presupuestos públicos son escasos, cuando se dedica mucho tiempo a compartir, asumir y resolver las complicaciones de los vecinos y no está motivado por un sueldo. Esa es la verdadera política. Otra cosa es buscar un sillón en algún organismo, un premio de amigo, un lucro del momento, darle pábulo y una soldada a gente que no conoce la verdadera responsabilidad de gobierno, de gestión social y, por tanto, a gente que no tiene visión de bien público. Mas bien de visión partidista, más bien una visión sectaria y por tanto antidemócrata. Y esta idea es la que puede prevalecer en el ciudadano.
Se debería apoyar el municipalismo como único modo de potenciar la vida en el mundo rural. Como auténtica política social. Debemos entender la política municipal como la legítima política parlamentaria, política de consensos, donde se busca el bien de los vecinos, el bien del pueblo, incluso donde todo el pueblo llega a participar, donde los vecinos son soberanos. Y si el gobernante no es buen gestor, a ?los cuatro años, cambio de mandatario. La democracia tiene que permitir llegar a gobernar a los más capacitados y los más honestos. Es el modo de dignificar la política.