TRIBUNA
El Reino de León despierta: manipulación y falsedad
« Don Claudio es también un incondicional del conde castellano y un adalid de la mitificación histórica de Castilla (…). Tiene que reconocer cómo la conducta de Fernán González, ganándose primero la confianza del rey Ramiro para conseguir la unificación de Castilla y su concesión como condado y rebelándose después contra su pariente y bienhechor, no parece muy lucida desde el punto de vista ético. Y entonces escribe: ‘Cuando fue comes totius castellae… se volvió contra el soberano que antes sirviera y adulara —¿Traición? ¿Deslealtad? En la Historia, el éxito borra deslealtades y traiciones y convierte en héroes a quienes fueron culpables’». Eduardo Menéndez-Valdés Golpe (Separatismo y unidad ‘una mitificación histórica’ ).
El erudito castellano Claudio Sánchez Albornoz investigó el enigma histórico que constituye España y se dio de bruces con la mitificación histórica de su pasado. Una mitificación originada en Castilla, en la Edad Media, a manos de castellanos como Rodrigo Jiménez de Rada en el mismo siglo XIII, que invisibiliza a la vez que degrada al Reino de León y a sus reyes, en especial Alfonso IX. Tal manipulación tuvo éxito, tanto o más que el marketing y la posverdad actual y convirtió en héroes a los que fueron culpables.
Don Claudio, prestigioso medievalista integrado en Alianza Republicana en 1933, defendió en las Cortes la composición triprovincial de la región de León, a la vez que argumentó contundentemente por la castellanidad de Valladolid y Palencia. En aquellos años en que se planteaba la autonomía de las regiones, la de la Región Leonesa era reivindicada desde amplios sectores sociales y políticos y, paradójicamente, tenía en contra al PSOE, mientras la Ceda maniobraba en una supuesta defensa de la unidad nacional por una región autónoma castellana amplia con Castilla la Vieja, la Nueva y el Reino de León. No pasa desapercibida, en este sentido, la posición del líder falangista José Antonio Primo de Rivera: «La región andaluza, la región leonesa, pueden gozar de regímenes autónomos, en la seguridad de que ninguna solapada intención se propone aprovechar las ventajas del Estatuto para maquinar contra la integridad de España». En la Segunda República, como en el siglo XIX, los verdaderos defensores de las regiones se encontraban en el Tradicionalismo y en el Republicanismo Federal (significativamente en el caso de Castilla en el Partido Republicano Radical Socialista).
El proceso disautonómico de los años 70-80 tiene muchas sombras y ha sembrado numerosos problemas, en especial, relativos a la igualdad, la solidaridad y la soberanía nacional. El caso del Reino de León es singularmente sangrante. Si las discriminaciones hacia los grupos sociales y políticos de la Región Leonesa se hicieron evidentes desde los primeros pasos de la Transición, las componendas del PSOE y la UCD, traicionando el espíritu constitucional y la misma Ley, establecieron que ‘León debería sacrificarse otra vez por España e ir con Castilla’. El Reino de León de nuevo el pagano de los platos rotos, condenado a la insignificancia, a la invisibilización, al etnocidio.
Tras 40 años de tergiversaciones, enredos, traiciones y venganzas, ‘el León’, la Región Leonesa, ha despertado, comienza a moverse. Los puntapiés desde un lado y otro le han sacado de la anestesia profunda en que se encontraba, se yergue, levanta la cabeza, mira alrededor y se prepara para rugir, para hacer oír su voz, para reclamar su puesto, su dignidad y sus derechos. El Pueblo Leonés ya puede darse cuenta de la situación en que le han sumido los partidos políticos inmovilistas y los cantos de sirena populistas. Los leoneses pueden y deben manifestar cuando tienen ocasión su apoyo al regionalismo leonés y al Prepal para hacer posible el giro histórico, que comience a revertir décadas de abandono y a emprender con energía una revitalización, que levante a todas las comarcas del País Leonés y les abra un futuro de esperanza, de ilusión y trabajo. Desde estas páginas animo a todos los leoneses, en las tres provincias, a considerar esta posibilidad y a implicarse en ella con su esfuerzo.