Diario de León
León

Creado:

Actualizado:

De nuevo, toca una columna sobre el paisaje de basura que queda tras el botellón en San Juan. He dejado pasar unos días para no escribir a golpe de rabia, pero no se me pasa, incluso me ha ido a más. Visto lo visto, y más allá de que los servicios de limpieza sean muy eficaces, la guarrería ni se crea ni se destruye, solo se transforma hasta la próxima. Bochornoso. Esta vez han sido 11 metros cúbicos de basura en una noche de» desenfreno», según la pulcra terminología utilizada por este periódico en la noticia. Aun así, no todos los desenfrenos son iguales. Cuando Kiko Rivera estaba en el mercado de la carne y salía de conquista luego en la habitación de hotel no quedaba un añico de corazón roto, ni siquiera un suspiro. Y de las pizzas y de las alitas de pollo con jalapeños, ni siquiera la caja. Su mayordomo se encargaba de pasar el plumero. Así da gusto desenfrenarse. En fin, todos somos sido jóvenes, aunque no de la misma forma. Todos tenemos un primo que de bebé desinfectaba él mismo su orinal y además decía «excuse me» después de una ventosidad. En cada familia hay un garbanzo negro de la pulcritud, por ello no se trata de que durante fiestas patronales los del divino tesoro deban quedarse en casa haciendo yoga, simplemente, no es admisible tanta agresión a los espacios públicos. ¡Más contenedores!, reclaman algunos. No, más civismo. La edad no es patente de corso. Mozas y mozas, solo se os pide, qué menos, que en los botellones llevéis vuestras propias bolsas de basura y que salgáis ya orinados de casa. Tener que hablar de ello a estas alturas del XXI denota que algo estamos haciendo muy mal.

Si el río Bernesga tuviese voz humana iba a espetarles, tal capitán Haddok: «mil millones de truenos…ornitorrincos, antropófagos, zulús, anacolutos, marineros de agua dulce, trogloditas…». Y lo haría a ritmo de reguetón.

La noble lucha para salvar a los mares de la basura que les arrojamos no puede ser desligada de la salvación de los ríos, pero tampoco de las orillas y de los entornos ajardinados de los mismos. En fin, como cantaban Los Chalchaleros: «Tú que puedes, vuélvete/ le dijo el río llorando/». Aunque mejor, ay, viejo amigo no te vuelvas, no te vayas a secar del disgusto.

tracking