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Publicado por
León

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Kafka escribió: «en la lucha entre el mundo y tú, ponte de parte del mundo». Por el estilo funciona la vida del becario. Termina una etapa bonita, la que dicen es la mejor de las melenudas maneras de vivir. El estudiante universitario. También depende de la carrera: los médicos sufren más que los periodistas... Seguro. Y, una vez finiquitado el trámite al que se exponen los hijos de quienes consideran providencial poseer una carrera, llega el nuevo y esperanzador ciclo. Welcome to the jungle. La especulación del mercado laboral. Quién no se ha enfrentado a tres meses de trabajo —al fresquito veraniego— con largas jornadas y cero de remuneración económica. Cien, doscientos, trescientos euros con mucha suerte. Cabe señalar que algunas universidades fomentan convenios gracias a los cuales una empresa puede explotarte durante dos años por 600 al mes. ¡Con ese sueldazo como para no independizarse uno! Luego está la incertidumbre, para los más paradetes o los más brillantes, de continuar estudiando. Se viene a llamar formación pos-grado. Un master. A seguir gastando pelas. En lo mío puedes elegir entre una birria que oferta la universidad pública y no baja de dos mil, o en contraste, el master de A3Media de catorce mil ‘lereles’. Ojo, que esa inversión —por no decir gasto— tampoco te garantiza un puesto de trabajo. Pero sí más opciones de que te llamen a ti para cubrir un mes de baja frente a otro. Así que cubriendo bajas igual te da para ahorrar y crear un proyecto de vida medio estable en lo que te pagas el pisito en Madrid. En otros estudios el equivalente sería opositar o el MIR. Después de eso y si aún te quedan ganas puedes continuar con la tesis, doctorado, cátedra... Y si no puedes buscarte un trabajo para salir del paso, en lo que te sale algo de lo tuyo. Conozco a una joven de bellas artes que lleva tres años saliendo del paso de camarera. O el primo Eli, que se fue a salir del paso a Edimburgo y en septiembre hace cuatro años allí. Es ingeniero industrial y ha encontrado trabajo en cafeterías, bares y limpiando habitaciones de hotel. Brillante esa teoría socialmente aceptada y mal comprada por nuestros padres de que estudiar una carrera te soluciona la vida. Un pimiento pa’ ustedes. Lo único que te puede ayudar en este mundo kafkiano es amar lo que haces, moverte por ello mil veces más que el resto y tener claro a dónde te diriges. Y un consejo que le decía mi abuelo a mi padre. «Hijo, cuando espabiles, que no seas de los más tontos».

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