Empeorando
T ras casi dos semanas de desconexión ‘política’ que confesaré muy disfrutada y sin esfuerzo alguno por subsanarla —un apasionante viaje a la Cuna de la Humanidad (Olduvai-Tanzania) cuyas excavaciones son dirigidas por los españoles Manuel Domínguez-Rodrigo y Enrique Baquedano, prueba del prestigio mundial de España en este terreno— toca regresar a saber de ‘ellos’, de nuestros próceres patrios. Y no puede ser más penoso el comprobar que siguen en su grotesca representación, sus rabietas de niñatos, su desvergüenza en la mentira y esa fatuidad y petulancia de hormigas con pretensiones que caracteriza a esta tropa de personajillos subidos en la peana que tenemos que llevar a cuestas. Se está haciendo cada vez más difícil el soportarlos. Nunca en la democracia ha habido mayor hastío, desapego y descrédito del que estos adanes que se presentaban con salvadores ha conseguido en tan breve, aunque se nos hace eterno, espacio de tiempo. Egos de globo al borde del reventón, soberbias napoleónicas sin haber ni olido pólvora, proclamas y aires de estadistas y hechos de onanista del poder.
Ahí tenemos a los patriotas reconquistadores del Todo por España y que resulta ser «Por un concejal, un consejero y la foto» y donde el presunto Cid Abascal es un muñeco articulado de un Espinosa de los Monteros que proclama a grandes voces que pasarse a los moros es la mejor manera de defender a los cristianos. Por el otro lado asoman los esforzados adalides de la revolución teorizada, que nunca del trabajo porque palo al agua no dieron nunca en vida, que iban a acabar con la «casta» y asaltar los celestiales cielos y que han concretado la prédica en exigir parte y cacho en ella cacho, ¡qué menos que un ministerio (o ministeria) y en pillar chalet con piscina para aguantar unidas y unidos, aunque sean dos, estos calores.
Y qué decir de las auroras naranjas que ya no se sabe, porque en cada campanario gira por diferente, hacia donde se orienta la veleta en el atardecer siguiente. De tan estupendos ya no se aguantan ni entre ellos y no sé yo si a la postre el que quiso, pidió y recibió calabazas de Rajoy, Luis Garicano, cuando aconsejaba a toda costa pedir el Rescate-Embargo y para él, claro, la cartera de ministro, no acabe pidiéndosela a Sánchez. Si es que aún no se la ha pedido. En suma que los que sermoneaban que nos iban a regenerar a todos no podían haber seguido senda más contraria para con ellos mismos. Es lo que hay y lo que hubo, los viejos partidos con sus grandes pecados a cuestas que son muchos, generales y en absoluto veniales, acaban por resultar hasta más tolerables que estos que tanto se nos vendieron como remedios de nuestros males y han resultado ser quienes están agravando la enfermedad hasta extremos cada vez más purulentos. La Patria es, en realidad, el Partido, el poder su verdadero y muy «Personal» interés de estado y su Democracia un mercado donde siempre es falso el producto y un engaño el precio que nos piden. O sea lo de siempre, empeorado.
Así que aunque de regreso, pero no de vuelta, de Olduvai, porque algo mío se ha quedado allí y algo suyo se ha venido conmigo, todavía con su polvo en las botas que no desaparecerá nunca, ese lugar primigenio quedará cuna de toda la humanidad, quedará para siempre impreso en todos y cada uno de mis sentidos. Este ha sido un viaje del que siempre habrá recuerdo. Una de las experiencias más impactantes de todas cuantas he vivido. Así que, para lo visto, mejor desconectar de nuevo y prometo desgranar en próxima entrega lo mucho allí aprendido, compartido y soñado y el mundialmente estimado trabajo de unos científicos españoles que aquí, como siempre, ni se conoce, ni se reconoce.