Cerrar
Publicado por
antonio manilla
León

Creado:

Actualizado:

Nos colonizamos a nosotros mismos en la Reconquista (para entendernos), o por lo menos al islam peninsular, así que cómo no íbamos a hacer lo mismo en América. Lo que mejor se nos ha dado como pueblo es colonizar. Ahí ?está nuestra historia. La Guerra Civil fue también un proceso mediante el cual media España colonizó a España entera. La expansión de ideologías a garrotazos, que tan certeramente fue a pintar Goya, es un oficio que si no se inventó en España aquí se desarrolló y calibró hasta límites de perfección. Aunque hemos echado fijador al pelo de la dehesa, de cuando en cuando ese sentimiento fundador se encabrita por dentro y sale a darse una vuelta por donde menos se pensaba. En la europeísima Cataluña, por ejemplo, la del seny y las lecciones de civilidad, ahora medio mundo anda con un lazo en la pechera que recuerda una barbaridad al estigma que los papas en el medievo romano colocaron en el brazo a los hebreos, solo que funciona por ausencia y los judíos ahora son quienes no lo portan. El gueto interior, que a la vista está.

El colonizador nato de nuestro tiempo, tan españolísimo como goyesco, aboga por la barbarie de siempre pero la ha pasado por el cedazo de la modernidad y los buenos sentimientos. La suya es una guerra psicológica. Donde no hay derramamiento de sangre, se decía, no hay revolución. Superadas la guillotina y las bombas, la estrategia pasa por una polarización de la sociedad, trabajando por apandillarla en bandos enfrentados mediante una compota donde van mezclados hasta lo indistinguible el sentimiento de identidad diferenciada con un modelo de sociedad futura bastante extremista y rancio. No sé yo si a todos los que se sienten nación en la pechera les complacerá levantarse un día república bolivariana. Por el número de empresas que han huido hacia otros pagos, parece que no.

Lo de Cataluña, como lo de Tabarnia, me parece que es extrapolable a cualquier comunidad o situación donde conviven mezcladas churras con merinas. Salvo las teocracias, toda sociedad es plural e impura y las mentalidades cambian con mucha lentitud. Lo dejó muy claro el polaco Stanislav Jerzy Lec en uno de sus memorables aforismos: «No por darle cacao a la vaca ordeñarás chocolate». Que, traducido al romance nuestro, podría quedar así: mientras no nos demos cuenta de que no es posible aplaudir con una sola mano, la función resultará un fracaso.

Cargando contenidos...