Diario de León
León

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León con Garra fue un momento, exponente para la primera hornada leonesa que se percató de la ruina que venía adosada al estado de las autonomías. León con Garra fue un estribillo, una arenga. León con Garra es ahora el reflejo de que la política no siempre fue ajena y distante con la gente a la que se debía. Después del León con Garra no hubo más. Tampoco, desde aquel equipo de gobierno provincial que lideró Agustín Turiel, que se empeñó en lograr que esta tierra sacara la cabeza por encima de la media. De la media de la medida que imponen los mediocres, aún mimetizados entre nosotros. Fue un gobierno ejemplar, a pesar de los descarriados que, diez años después, cayeron en la codicia, embadurnados en dinero ajeno, lápida y epitafio en la tumba de cualquier socialista que simula lo que jamás fue; aunque eso es harina de otro costal. León con Garra fue un eslogan fascinante, un ataque frontal a la colonización, un aviso frente al que la cosa de la autonomía empleó tanto esfuerzo en emborronar como la concesionaria de Fomento en fregar León sin Castilla de las señales de esas carreteras tercermundistas que rebozaron con asfalto los años de las vacas gordas de los fondos de cohesión. A cuánto muerto de hambre le financió los vicios Europa, indolente hasta en los casos flagrantes de desfalco. León con Garra es una metáfora de la resistencia; los mismos que inventaron Productos de León, las sinergias, la promoción, salir para evitar que los leoneses tuvieran que marcharse, la marca, la tierra, el territorio, el orgullo de pertenencia. León con Garra es un recuerdo vago de lo que pudimos ser, antes de diluir los plenos provinciales con el mantra del trece son más que doce, siguiente punto. El punto siguiente siempre fue persianas abajo, descontar paisanos del padrón; igual, la resta llega a los cien mil desde que Margarita Ramos lanzó en Barcelona 92 y el Elosúa sacó gratis el nombre de León en el USA Today. León con Garra es de valientes. Parece imposible, un cuarto de siglo después, con la contra organizada, mejor que la de Simeone y la nicaragüense, en la administración paralela que le preparan los colonos en la estrella de la muerte (impagable la definición de ilustres arquitectos leoneses) de la explanada de Eras de Renueva. El estado de las autonomías, que gestó el PSOE, contra León, que gobierna el PSOE. Qué delirio. No hay pecado que no termine por ir en la penitencia.

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