Diario de León
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PANORAMA FERNANDO JÁUREGUI
León

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E l periodista habla con mucha, mucha gente. Cada cual va configurando su gobierno, entendiendo que quien debe gobernar es quien ha ganado las elecciones. Solo, o mejor, en coalición (con la segunda fuerza política, no con la cuarta). O, mejor aún, de concentración. Hay que pensar, en todo caso, en el gobierno de regeneración que España necesita. Con Manuela Carmena en Justicia, con Angel Gabilondo en Educación, con Iñigo Errejón en una cartera social, con Luis Garicano en Economía, con Luis Planas en Exteriores, sin Carmen Calvo en la vicepresidencia —qué bien estaría ahí Margarita Robles—, con Miquel Iceta llevando las relaciones con las fuerzas políticas catalanas.

Sí, yo quiero un ejecutivo presidido por Pedro Sánchez, que se lo ha ganado, guste o no guste, con visión amplia, con gentes de mérito por encima de sus adscripciones ideológicas. Un ejecutivo en el que puedan entrar Manuel Valls, Irene Villa en Igualdad, quizá Lorenzo Amor representando a los autónomos y acaso alguien impulsado por Pablo Iglesias, pero sin Pablo Iglesias, que ya ha demostrado por dónde sale siempre: hay mucha gente válida en Podemos. Un ejecutivo en el que también Pablo Casado pudiese colocar a alguien procedente de lo mejor de los tiempos pasados, por qué no Fátima Báñez o la propia Ana Pastor. Y en el que el nacionalismo vasco estuviese también representado —quién pudiera repescar a alguien de la talla de Josu Jon Imaz—.

Hablo, ya digo, de un gobierno de concentración. Hay en España nombres de sobra, y de sobrado mérito para prestigiarnos ante el mundo. Ser un ejemplo de integración, un modelo que no tiene por qué ser esencialmente progresista, ni menos aún conservador: lo avanzado es un gobierno que funcione. Es la hora de traer a los mejores al Consejo de Ministros, como en su día supo hacer Adolfo Suárez.

Pedro Sánchez debería ser un Vicente del Bosque de la política. Lástima que esto que aquí dejo escrito parezca a todos una quimera imposible, y sin duda, con esta panorámica de partidismo de vuelo corto y ambiciones personales largas, lo es. Pero le aseguro que yo votaría por ese gobierno y lo apoyaría con entusiasmo. ¿Usted no? Una pena, la verdad: si yo fuese Pedro Sánchez introduciría algunos de estos nombres en el discurso de investidura y, con ello, introduciría una nueva forma de entender la política. Seguramente, de nada va a servir, pero muchos sabríamos que cabe algo mejor que la racanería cutre.

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