Lo peor de Trump
D onald Trump se supera. Al cesarismo con el que ejerce la Presidencia y a un machismo del que a menudo alardea hay que unir el talante racista que delatan algunas de sus intervenciones. La última y muy sonada ha sido recomendar a cuatro congresistas demócratas que «regresen a sus países —según él—: «Los más corruptos e ineptos y los arreglen». Lo esperpéntico de semejante declaración es que está dirigida a tres mujeres nacidas en los EE.UU. y que la cuarta tiene pasaporte norteamericano desde hace 20 años. Las señaladas por el lenguaraz inquilino de la Casa Blanca son cuatro jóvenes congresistas muy críticas con el presidente: Alexandria Ocasio-Cortez, es hija de una portorriqueña; Ayanna Pressley es de raza negra; los padres de Rashida Talib son palestinos y la cuarta, Ilhan Omar, emigró desde Somalia hace más de veinte años. Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara y líder de la oposición ha respondido al exabrupto de Trump poniendo el dedo en la llaga: «Trump —ha dicho— quiere hacer de América un país para blancos». El torvo ideal de los racistas y supremacistas.
Llama la atención que quien preside la nación más mestiza del planeta pueda decir este tipo de cosas. Estados Unidos, es como tantos otros, pero en su caso más, un país de aluvión. Forjado a los largo de los últimos siglos merced a la llegada masiva de emigrantes procedentes de todos los países del mundo. La población afroamericana desciende de los negros que fueron arrancados de las regiones occidentales de África y llevados a América como esclavos. Las hambrunas que padecieron algunos países europeos obligaron a miles de personas a emigrar a aquél país. Otro tanto sucedió con miles de italianos. Los miles de chinos contratados para construir los ferrocarriles dejaron una nutrida colonia en la costa Oeste. El propio Donald Trump es nieto de emigrantes escoceses y alemanes y está casado con Melania Knavs, emigrante nacida en Eslovenia. Aunque le duela a Trump, América es mestiza y en esa herencia fruto de tantas y tan mezcladas historias radica su fuerza como nación. «E pluribus unum». De muchos, uno. Lo dice el lema que figura en el Gran Sello de los Estados Unidos, el que en su día eligieron las trece colonias primitivas tras independizarse de Inglaterra. De ellas procede este gran país. Es una lástima que Trump no sepa latín.