Diario de León

Publicado por
JOSÉ MARÍA PRIETO ESCRITOR
León

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H ace muy pocas fechas la ciudad de León, ha cambiado de Alcalde. Una práctica normal en las democracias, por tanto mucho agradecimiento al que deja la alcaldía por los trabajos realizados desde ahí, a favor de los leoneses y un recibimiento al nuevo jefe de la Corporación lleno de esperanza y de inquietudes por las labores que aún faltan por realizar para nuestra ciudad.

La verdad que un cambio de Alcalde, como un cambio de Presidente de gobierno, como un cambio de un alto cargo, sea o no de la Administración es una verdadera oportunidad de eso de cambiar, para mejorar, las cosas no bien hechas por el anterior responsable. Y eso ocurre ahora en León.

El nuevo alcalde, José Antonio Diez, tiene ahora, precisamente ahora, la oportunidad de hacer aquello que él decía que supondría un bien para su ciudad, para León. Siempre decimos que las protestas llevadas a cabo cuando se está en la oposición son muy cómodas y fáciles de exponer. Suelen tener un audiencia agradecida por que está deseosa de que la complazcan. Cuando se llega al poder es otra cosa. Porque lo que parecía fácil se convierte en difícil y lo que ya era difícil pasa a ser completamente imposible. Aunque el político, por el mero hecho de serlo, ya digo, todo lo ve muy fácil… cuando está en la oposición.

León tiene ahora un reto que deben resolverlo políticos de raza, no todos lo son, y debe destacar su posición dentro de la Comunidad. Esta ciudad se merece mucho más de lo que tiene y eso debe conseguirse por el trabajo, la iniciativa y el talento de los propios leoneses. No hay otro camino. Quien defienda que existe otra fórmula, se equivoca y, además, miente. Debe valer mucho un voto cuando, se suele prometer lo imposible con tal de llegar al poder en sus innumerables fórmulas pero no nos engañemos. Los logros son a base de trabajo, esfuerzo y metas que satisfagan al ciudadano. Esa es la realidad. Lo demás son ganas de engañar para mantener nuestro puesto, el de los políticos me refiero.

Ha sido y sigue siendo un año muy convulso para la política en nuestro país. Todavía a estas alturas, escribo en la segunda semana de julio, no hemos celebrado la investidura del nuevo presidente del gobierno y eso comienza a preocupar incluso a la UE que no nos quita ojo de encima observando como hacemos nuestros deberes.

Y viviendo esa situación que es de primer nivel, se celebran reuniones mil para encontrar pactos que, no nos engañemos, se piensan más para satisfacción de los políticos que de los ciudadanos, como debería ser. Todo esto para niveles de Autonomías, Ciudades, y no me extrañaría que también de pueblos, a los que tanto les cuesta hacerse oír.

Y no solo convulso para la política. ¿Quién es el primero que recibe los pros o los contras de la política. Naturalmente el ciudadano de a pie al que con tanta dificultad se le escucha y por tanto se le hace caso. O muy poco. Son excepciones cuando eso ocurre. Queramos aceptarlo o no, el ciudadano está harto de esperar ese maná que desea cuando vota y que nunca llega después de votar. Eso cansa, agota y posiblemente es capaz de influir en el cambio de voto. Ojo a la importancia de eso.

Vamos a ver, queriendo ser optimista, como vamos a vivir la etapa de la nueva corporación municipal que acaba de hacerse cargo de los retos de León. Ahora es el momento de poner en marcha todo eso que oíamos a la oposición cuando argumentaba que lo correcto era lo que ella proponía.

No queremos pecar de ser demasiado leonesistas (nunca es demasiado) pero tampoco somos los últimos de la fila. Aspiramos a muchísimo más como ciudad y como conjunto de personas, hombres y mujeres, que desean poner en marcha proyectos que sirvan para mejorar la calidad de vida de sus convecinos. Eso queremos en León. Y ahora que experimentamos un cambio de alcalde, le pedimos que haga realidad y verdad esa cantidad de cosas que decía se debían hacer en León para mejorar. Mejor oportunidad, imposible. Ahora es el momento. Lo demás eran solo titulares.

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