Diario de León
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AQUÍ Y AHORA F. MURO DE ÍSCAR
León

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H abía dos versiones en torno a estas negociaciones entre Sánchez e Iglesias en las que parece que hasta hace unas horas nunca se ha hablado de programas sino de reparto de puestos y de una condición irrenunciable por parte del segundo: la vicepresidencia del Gobierno. Y ello tenía una respuesta contundente por parte del sanchismo: la desconfianza hacia Iglesias. Sánchez solo quería la abstención de Podemos e Iglesias solo aceptaba cargos determinados para él y para sus compañeros. Y, de pronto, bien porque Iglesias viera que no iba a lograr nada y que unas futuras elecciones podrían acabar de hundirle, con la posibilidad de que Errejón, y no él, fuera el compañero de viaje de Sánchez, bien porque Sánchez le convenció, se abrieron las negociaciones sobre programa y reparto de cargos. La otra opción es que todo haya sido un guión escrito por Iván Redondo, dirigido por Sánchez y con Pablo Iglesias como actor principal. Un guión que se ha venido desarrollando sin saltarse una línea y que, ahora, parece llegar al final deseado por su autor. La transparencia que prometió Sánchez y que exigió Iglesias ha brillado por su ausencia. Ábalos dijo que no había ningún veto. Irene Montero señaló que el veto a Iglesias era un veto a todo Podemos. Y Sánchez, que ha criticado duramente el cordón sanitario de Ciudadanos al PSOE, le puso otro a Iglesias, al menos aparente, a Iglesias, mientras no hacía ni un solo esfuerzo para negociar con Ciudadanos, incluso con el PP, un pacto sobre temas de Estado mínimamente sólido. ¿Todo para acabar en esto? ¿Se está despidiendo Pablo Iglesias de la vida pública antes de que sus fracasos acaben con él y trata de dejar a su sucesora nada menos que en el Consejo de Ministros? ¿Vale más cualquier ministerio que cuatro años más en la oposición? ¿Cómo hemos pasado del Gobierno de cooperación al de coalición sin cambiar los principios?

¿Y qué diferencia existe entre tener sentado en la mesa del Consejo de Ministros a Pablo Iglesias o a Irene Montero? ¿Qué garantía tiene el socialismo de que los miembros de Podemos en el Ejecutivo sean leales y respeten lo que han venido repudiando y defiendan ahora lo que han venido considerando como inaceptable? Meter en el Gobierno a Podemos es dar al populismo de extrema izquierda las llaves del Estado y del dinero público para viejas políticas que sólo conducen hacia el pasado y hacia el sectarismo. Meter a la extrema izquierda en el poder puede ser la condena del socialismo. Aunque permita a Sánchez seguir mandando. Al menos, sobre el papel.

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