Diario de León
Publicado por
PANORAMA margarita sáenz-díez
León

Creado:

Actualizado:

E n la campaña para las elecciones generales, el Estado de las autonomías se convirtió en el blanco preferido de los partidos situados en la derecha del arco parlamentario. Con la intención de mantener el debate territorial abierto, aunque ya daba menos frutos, las promesas iban desde la paralización de nuevas transferencias a las comunidades autónomas, hasta la aplicación permanente en Cataluña del artículo 155 de la Constitución, el que suspende la autonomía, o la ilegalización de los partidos independentistas.

Pues bien, entre el fragor de la catástrofe tres diputados de las autonomías más conflictivas sacaron cabeza para reclamar un pacto de Estado. Ahí se aplicaron a fondo, Aitor Esteban (PNV), Gabriel Rufián (ERC) y Joan Baldoví (Compromís). Desde su experiencia acreditada, el vasco Aitor Esteban anticipó un suspenso en gestión si Podemos hubiera conseguido gobernar áreas de Hacienda, y exhibió su voluntad de ahormar un Gobierno en pocas semanas, porque «no hay que arrojar la toalla». El independentista catalán Gabriel Rufián, que no ignora que el soberanismo que defiende Esquerra Republicana tendrá que esperar, advirtió a Sánchez y a Iglesias que no ignoren que el Estado necesita un Gobierno de coalición lo antes posible. Y el portavoz de Compromís, Joan Baldoví, en una carta dirigida a Pedro Sánchez, le pidió que no baje los brazos y que forme cuanto antes un Gobierno progresista, cómplice con las comunidades autónomas. Compromís no tiene ninguna duda de que la Comunidad Valenciana es una nacionalidad histórica.

Tres ejemplos de que, desde los territorios que tienen vida política propia, se mantiene una visión de Estado que incluye la necesidad de contribuir a la gobernabilidad en España. Algo que puede acabar siendo compartido por una mayoría muy amplia, la que se abstuvo en la votación de Pedro Sánchez. Labrar en esa mayoría de todos los colores, en vez de perder el tiempo con peticiones de auxilio a PP y Ciudadanos, hubiera multiplicado las acusaciones contra Pedro Sánchez de venderse a los que quieren destruir España. Seguro. Un riesgo tan previsible que los negociadores lo descartaron desde el primer momento, visto lo visto cuando el novato Presidente del Gobierno se ofreció a un diálogo sin exclusiones. Pero, ahora, es imprescindible que Pedro Sánchez abra el abanico de la negoción. Las tres derechas españolistas suman 151 escaños y todos los demás 199, contando los cuatro diputados catalanes en prisión que ya se pronunciaron por escrito en favor de conseguir la investidura de Sánchez, aunque no hayan podido votar ni siquiera telemáticamente. Es posible que la voz de estos tres parlamentarios, sospechosos de no amar a España, no caiga en saco roto. Es más, no habría que descartar que sus propuestas se convirtieran en el inicio de un éxito. La respuesta amigo mío está en el viento (Bob Dylan).

tracking