Diario de León
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León

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l éxito y la tragedia suelen equilibrar con frecuencia las vidas humanas. s una sucesión permanente de buenas noticias y desgracias que algunos califican sin pudor como la maldición de los Kennedy. Hace unos días muchas personas se estremecieron leyendo la noticia de la muerte de Saoirse Kennedy, una de las descendientes más brillantes del clan. A Saoirse la venció una depresión infantil que intentó superar por su cuenta. Era nieta de Robert Kennedy y sobrina nieta de John Fitzgerald Kennedy. Ambos hermanos murieron asesinados, uno cuando era el presidente más popular de los EE UU y el otro cuando aspiraba a sucederle en una campaña en la que participaba como favorito. Ya el hermano mayor de los cuatro hermanos que integraron la dinastía, Joseph, había muerto en la II Guerra Mundial.

El cuarto, Edward, vio frustradas sus posibilidades de asumir la sucesión cuando una noche sufrió un accidente en un puente. Consiguió salir ileso nadando, pero quedó estigmatizado por la sospecha de que abandonó a su acompañante para evitar el escándalo. Perdió credibilidad y tuvo que limitar su carrera al puesto senador por Massachussets. Las desgracias y problemas familiares no terminaron. Hace veinte años, John Kennedy hijo sufrió un accidente de aviación cuando tripulaba una avioneta y se mataron él, su mujer y su cuñada. David Anthony, otro de los ocho hijos de Robert y Ethel, fue hallado muerto en un motel de Florida y, según reveló la autopsia, por sobredosis de drogas.

Pero no fueron solamente los hombres del clan los que han protagonizado vicisitudes que a lo largo de los años han mantenido a los Kennedy en las portadas de los medios. La boda de Jackie, la viuda del presidente asesinato en Dallas, fue objeto de múltiples críticas cuando se casó con el millonario griego Onassis, lo cual fue considerado por la familia como una traición a la memoria de quien, por otra parte, con tanta frecuencia le había puesto los cuernos. María Shriver, otra Kennedy, periodista de profesión, inteligente y elegante, se casó con el popular actor Arnold Schwarzenegger poco antes de que fuese elegido gobernador de California. El matrimonio se rompió cuando descubrió que había dejado embarazada a la empleada doméstica. Se divorciaron en medio de un gran escándalo. Poder, sexo, droga y alcohol han sido una constante entre las debilidades y ambiciones familiares..

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