Diario de León

La caza nos beneficia a todos: réplica al Colegio de Biólogos

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l presidente del Colegio Oficial de Biólogos de Castilla y León, Fernando Sandoval, en las alegaciones presentadas al borrador del Plan de Caza para esta Comunidad, expone que para mantener el equilibrio ecológico entre las especies no es necesaria la caza, que la caza no garantiza el estado de conservación de las especies cazadas y que se deben hacer más estudios sobre las especies cinegéticas.

Ninguno estamos exentos de nuestra responsabilidad sobre el cambio global del planeta, ni de los impactos que ocasionan en la naturaleza las actividades humanas. Sandoval parece desconocer los ecosistemas de Castilla y León y sus pobladores, por eso no comprende la actual propuesta de regulación de la caza en la Comunidad.

Desde la llegada del hombre, esta especie ha ejercido el papel de superdepredador que regula y controla todos los demás seres vivos. Prácticamente no existen espacios en la comunidad sin esta regulación. Conforme avanzaron las civilizaciones se reguló la caza mediante legislación para garantizar la conservación de las especies y de sus poblaciones. De hecho, la propuesta legislativa cuestionada es una actualización del derecho romano. Gracias a la legislación y a su cumplimiento, la fauna silvestre ha llegado a nuestros días, porque la capacidad de destrucción del hombre actual supera con creces la de regeneración de los recursos naturales.

La caza es básica para la salud y los servicios que nos brinda el medio ambiente en Castilla y León, porque regula la funcionalidad y producción de la biodiversidad (vida silvestre). Esto nos repercute a través de la socioeconomía (salarios y negocios), la sanidad (salud física, mental, difusión de zoonosis), la nutrición (carne natural), la cultura (relatos y artes) y vida del mundo rural (motor y desarrollo), la naturaleza (paisajes vivos y ecología), el ocio en espacios abiertos (entretenimiento), la actividad deportiva (mantenimiento y competición).

La pérdida de seguridad vial (accidentes de tráfico), los daños a la producción agrícola (merma de las cosechas), los daños a las explotaciones ganaderas (enfermedades y ataques), los daños a la silvicultura (marras de plantones), los daños a la producción cinegética (deterioro del turismo cinegético), los daños a la producción de biodiversidad (disminución de riqueza ecológica) perjudican a nuestra calidad de vida y se regulan mediante la caza.

Coincido con Sandoval en que necesitamos más estudios sobre las especies cinegéticas y su aprovechamiento, pero también necesitamos combatir cualquier ataque radical a la caza, ya se produzca desde las entidades privadas, la administración o la magistratura. La caza es la principal herramienta que tenemos para la gestión de las poblaciones silvestres: nos permite el control de los animales salvajes del medio rural. La regulación de las poblaciones cinegéticas es imprescindible para las actividades agrícola, ganadera, silvícola, lúdica, deportiva y la propia vida rural, por todo ello es urgente que los políticos desarrollen las normas que sean necesarias para proteger la caza de los ataques que desde los ángulos radicales boicotean su ejercicio legal, y que estos ataques, que pueden tener consecuencias graves, no salgan gratis.

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