cartas al director
A río revuelto...
on relativa frecuencia envío misivas al Diario. Estoy verdaderamente agradecido porque siempre me las han publicado. Espero que esta vez también ocurra porque la verdad es que según mi forma de pensar, mi actuación es podo meditada, pero tengo que decir que aquí no hay nada de desperdicio.
El tema al que ahora hago alusión es la patología actual de varias personas (por no decir muchísimas) en distintos niveles de la sociedad en general: nos referimos al ambiente político que parece que se ha enquistado entre varias formaciones con la fea costumbre de manifestar con ‘noes’ lo que los de enfrente dicen ‘síes’. Si hablamos de colores para los que dicen blanco los otros sin ninguna duda dirán que es negro, aunque refiriéndose al adverbio de negación no debe nadie de extrañarse que se repita con tanta frecuencia, ya que no hace mucho tiempo que en ambientes electorales le calificaban a un miembro destacado en política con el apelativo de ‘Don No’, y ya decía mi abuela que el que siembra vientos recoge tempestades, y el que dice que lo quiere oye lo que no quiere.
Si hablamos de colores parecer ser que el amarillo se ha hecho tan famoso y llamativo que hasta hacen lazos de este color que por cierto están muy mal confeccionados, pero si continúa con este auge se va a volver perfecta aquella canción del ‘tractor amarillo’....
La más horrible y reciente noticia que han dado los medios de comunicación es la salida de prisión de ‘los diablos’, que se dedicaban a matar a guardias civiles y cualquier persona que se pusiera por delante; y en un plan chulesco y de todo punto provocativo sus afines con aplausos y risas sarcásticas, ofensivas, rufianescas y satánicas. Propongo que alguien con autoridad suficiente y con lo que hay que tener se plante e induzca, ordene y haga los posibles poniendo los medios a su alcance para que la sociedad cambie de rumbo y se dirija hacia un puerto más sereno, más tranquilo y sobre todo que provoque el entendimiento y la convivencia pacífica. La transformación del mundo sólo surgirá del cambio personal.
VÍCTOR VALLEJO GONZÁLEZ