EDITORIAL. Mal momento para un voto local importante
En plena saturación por las sucesivas convocatorias electorales y con el peor fin de semana en lo climatológico llegan las elecciones de las juntas vecinales. La convocatoria alcanza a 26 localidades en las que no pudieron celebrarse en mayo porque no se habían presentado candidatos. Ahora esa circunstancia se repiten en otras 18 localidades donde el domingo no se podrán instalar las urnas. El proceso pone de manifiesto la inapelable dureza con la que la despoblación castiga al mundo rural. Hay pueblos en los que ni siquiera se llega a una decena de votantes. Y en juego está la supervivencia de unas juntas vecinales que para muchos núcleos históricamente supusieron su principal herramienta para dotar de calidad a la vida de los vecinos. Ahora la duda es cómo mantenerla cuando ni siquiera los empadronados —no siempre vecinos— se molestan