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TRIBUNA | José Manuel Gonzalo Cordero, ¡nos dejaste!

Publicado por
Manuel Lajos Guillán | Veterinario jubilado
León

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Hace semanas se celebró en la Iglesia de San Claudio de León un acto de despedida con motivo de la inesperada muerte de nuestro profesor y amigo José Manuel Gonzalo Cordero. Allí pudimos despedirlo y recordarlo, al no poder haberlo hecho en Guadalupe (Cáceres), donde descansan sus cenizas. Allí, asistimos, entre otros muchos compañeros de profesión, Javier Vázquez Vidal y Manuel Lajos Guillán, veterinarios jubilados de la provincia de Pontevedra y ex-alumnos de José Manuel.

El acto fue oficiado por un religioso llamado D. Manuel y al que felicité una vez terminado. Hizo un recorrido por la vida y obra de José Manuel, refrescándonos la estela que en sus alumnos y amigos había dejado. Un auténtico TAC, con detalles y citas históricas, éticas y filosóficas propias de quien conoce a fondo al personaje.

Creo que conocía a José Manuel, el contacto en la Facultad era diario, sus clases y prácticas eran de las que se terminaban sin enterarte. Te enseñaba una Cirugía y una Obstetricia tan práctica y próxima que era imposible no aprender y con un bagaje suficiente para desempeñar la función clínica desde el primer día de licenciado. Vivir de tus conocimientos y aprender a suturar sin cagut y sin aguja.

Conocí a José Manuel en las facetas anteriores, pero lo conocí como buen esposo y buen padre. También como cocinero de platos típicos de su tierra, que maridaban bien con las ostras, nécoras y cigalas de Galicia acompañados de un vino albariño y su guitarra. En su repertorio, no faltaba nunca:

«Tomeli un viño albariño por ver si me contentaba» bis. «O viño, como era novo, o ilo a beber choraba».

Hombre desinteresado, a Galicia le quería mucho y nosotros a él. Recuerdo que en las dos legislaturas que estuve al frente como presidente del Colegio de Veterinarios de Pontevedra le invitábamos a refrescarle memoria quirúrgica a sus exalumnos y también a otros profesionales que no habían tenido la suerte de tenerlo como profesor.

José Manuel nunca nos ha fallado y a las Galias se dirigía con sus chicos y la Cátedra Ambulante siempre que lo llamásemos y poder programar todo al milímetro. Todo de modo altruista.

Fue José Manuel el impulsor de que en una tierra como Galicia gozáramos de una merecida Facultad de Veterinaria en Lugo. Allá por el año 1990 y bajo la insistencia de los presidentes de Lugo; Pedro Vilas, de Orense; Filemón Rodríguez y yo de Pontevedra, conseguimos con la colaboración de José Manuel que las autoridades académicas y políticas gallegas despertasen del letargo inversor científico y al final se plasmase en realidad el deseo. Gracias José Manuel.

De José Manuel Gonzalo Cordero, todos sus exalumnos podían decir lo que yo digo. Confiaba mucho en nosotros hasta el punto de dejarnos a los de quinto curso solos: Margarita Rey, José Luis Teresa y yo operando una vaca de cesárea en un quirófano improvisado en el pasillo, por estar en obras el que sería el nuevo quirófano, mientras él se fue con todo el curso sexto a resolver un prolapso de matriz a Santa María del Páramo.

Tenía nuestro teléfono y nos llamaba cuando era necesario en horas no lectivas para alguna urgencia nocturna.

Recuerdo el día en que con motivo de la presencia de un circo en Papalaguinda, nos trajeron una cría de unos 6-7 meses de León que tenía una hernia inguinal y que había que intervenir de urgencia. Pues bien, allí nos dejó a los tres de quinto y varios de cuarto.

No cabíamos en el pasillo-quirófano, pues todos querían ver, incluso el domador, e improvisamos uno en el patio interior de la Facultad por donde se accedía a Cirugía. Paco Puente tenía una Canon e hizo unas fotos que al día siguiente aparecieron en primera página del Proa con el titular: «En León se opera un león».

En agradecimiento, la empresa nos obsequió con abundantes entradas que repartimos por cursos.

Las enseñanzas de José Manuel son reflejo de su sencillez. Consejos como que «cuando hagáis Cirugía no la despreciéis, es mejor regalarla» o «lo que es lo mismo cobrarla bien o regalarla».

Voy con frecuencia a León, mi segunda patria. Este viaje me resultó reconfortante, pues saludé a compañeros que hacía más de 50 años que no veía y a otros con los que conservo más contacto. Comprobé que el 66% de mi curso estábamos despidiéndonos del amigo. Pude abrazar a María Asunción, dulce y serena con su cálido verbo, a sus hijos y nietos tan cariñosos.

Nosotros perdimos lo que fue un faro referente en nuestra profesión, vosotros un marido, un padre, un abuelo de un corazón, seguro hipertrofiado por los latidos cariñosos que tuvo para con todos. Me atrevo a decir que en el instante que todos tenemos que pasar, «El principio del fin último», tú alma, José Manuel, se separó de tu cuerpo y cual nave espacial cruzó el firmamento. Al llegar al cielo, salió a la puerta San Pedro y te dijo: ¡»José Manuel, echa un coño, que si no, te pasas de largo»!