TRIBUNA | El abrazo del oso: Bolívar y Largo Caballero en Moncloa
Tanto Sánchez Falconetti como el vizconde de Villa Tinaja, marqués de Galapagar, son dos tahúres de la política que han estado meses mareando la perdiz y en definitiva teniendo al país entero en vilo. En muchos aspectos, la actualidad vivida desde abril recuerda y mucho la que se vivía en la España de finales de 1935, una vez superada y sofocada la sublevación del 34 auspiciada desde las filas socialistas por el radical Prieto y el leninista Largo Caballero. Después de la renuncia de Azaña, un cobardón con pintas (verrugas en su caso) Alcalá Zamora encomendó in extremis la formación de gobierno a Portela Valladares, un liberal, masón y jurista de prestigio. Portela, de vida un tanto rocambolesca, ejerció su mandato un par de meses, ya que las elecciones de febrero del 36 dieron la victoria al Frente Popular. Ahora sí, el timorato Azaña dio el paso para ponerse al frente del Consejo, mientras, don Niceto el Botas seguía en la Presidencia de la República.
Antes de las elecciones de abril de este año, las conversaciones y contactos entre Sánchez e Iglesias habían sido numerosas, si bien estuvieron rodeadas de cierto secretismo, pero sí es cierto que a punto estuvieron de sellar un pacto de gobernabilidad parecido en parte al que acaban de hacer efectivo hace unos días, si bien aún es pronto para calibrar su alcance. En aquellos días no se produjo el acuerdo porque estamos hablando de dos sujetos que tienen el ego en la estratosfera y el orgullo personal a la altura de las pirámides de Egipto.
Bien es cierto, no obstante, que ni Partido Popular ni Ciudadanos hicieron grandes esfuerzos para desatascar la situación. En este momento seguimos en buena medida en idéntica tesitura.
Con este paso, Sánchez ha comenzado un juego peligroso en extremo que nadie sabe en qué puede acabar, pero ciertamente, los compañeros de viaje escogidos, más los que vengan a engrosar las filas de este nuevo frente popular de la era digital, hacen temer lo peor. Y no es porque se hagan previsiones pesimistas en pos de una determinada ideología, sino que desde el punto de vista de un análisis serio y objetivo, las esperanzas de conseguir estabilidad y progreso son mínimas. Así lo ven en los círculos del empresariado y en los gabinetes de análisis de bancos y otras entidades financieras. La huelga de hace días en Cataluña, que entre otros desastres mayúsculos dejó sin producir 3.400 vehículos en la Seat, con lo que supone, no sólo para la automovilística (grupo alemán Audi-Volkswagen), sino para todas las empresas que colaboran en la fabricación (neumáticos, cristalería, tapizados, motores —aunque los fabrica el propio grupo— tapizados, iluminación etc. etc.)
Las medidas económicas y de signo diverso que se contienen en el programa de Podemos, son rompedoras, de corte radical comunista y no encuadran ni poco ni mucho en un país como España, cuya sociedad mayoritaria, su trayectoria económica, su perfil de país occidental, sus modos de vida y trabajo, están en las antípodas del populismo feroz que propugna el partido de Iglesias Coletas. Sánchez ha picado el anzuelo llevado de una ambición desmedida hacia lo material, ya que en definitiva el país le importa poco o nada. A él lo que realmente le va es el Falcon, la alfombra roja a pie de escalerilla, la rendición de honores en los desfiles, el estrado, los besamanos, en fin, un poco lo que haría feliz a un mandatario sudamericano de la década de los sesenta. Iglesias-Podemos ansía igualmente poder pero desde otra perspectiva.
Él, como buen comunista, procura imponer su ideología, puente y camino para ejercer un control férreo sobre la mayor parte de las actividades, ya sean éstas sociales o estrictamente económicas. No olvidemos que en abril pidió, literalmente, el oro y el moro a Sánchez para brindarle su apoyo. Esto es: Hacienda, Educación, Interior y Comunicaciones, casi nada. Esta vez se repite la historia pero matizada. El señor Marqués ha ido aprendiendo sobre la marcha y se ha vuelto (aparentemente solo) más recatado y sobrio en las peticiones, pero no olvidemos que su esquema totalitario sigue exactamente igual; por eso mismo, los recelos de la gente sensata se acrecientan con el paso de los días.
Sánchez Falconetti y el Marqués de Galapagar son dos advenedizos. Ninguno ha dado palo al agua en su vida. El mismo Iglesias, que tanto presume de sus academicismos, con cuarenta tacos a la espalda, no ha sido capaz de lograr una plaza ni como simple (y muy digno) profesor de Secundaria.
No digamos ya como profesor titular en alguna facultad, pues de lo que ha ejercido hasta ahora ha sido simplemente de profesor contratado. Los que mamamos la Universidad muchos años a lo largo y a lo ancho sabemos de qué va esta historia.
En las filas de Podemos lumbreras en verdad no abundan. No sé qué pensará Felipe González de todo esto, él que sigue siendo un referente para todos los socialistas de pro, léase Bono, Alfonso Guerra, Carlos Solchaga, José A. Maravall , Rodríguez Ibarra o Joaquín Leguina y muchos otros de significación más discreta. Algunos ya se fueron en pos de la dignidad (Javier Fernández, Paco Vázquez, Redondo Terreros) En los días presentes, el silencio cómplice de los antes rebeldes (García Page, Lambán, Fernández Vara, Susana Díaz) los hace aparecer como miserables pesebreros a los ojos de la gente digna que siempre ha tenido a González como paladín y defensor de sus ideas.
Rivera, ya cadáver político, perdió una oportunidad de oro para hacer entrar en razón a Sánchez. Tuvo en la palma de la mano unirse a un proyecto que le ofrecían desde la Presidencia del Gobierno. Su veleidad, su mala cabeza, su ego infinito (éste también peca de lo mismo) echó a perder una solución, si no perfecta, cuando menos recomendable para salir del atolladero.
Las proclamas que hacen algunos líderes de la derecha (Feijóo, Moreno Bonilla, Mañueco) de hacer recapacitar a Sánchez y repudiar a Iglesias son absolutamente pueriles e impropias de sus altas responsabilidades. Qué poco conocen a los de la «cáscara amarga», y mira que han tenido tiempo: Mariano cobardón e insensato, vosotros ingenuos acomplejados. Así nos va, y lo peor está por llegar. Mientras, Casado desaparecido; quizá esté de retiro espiritual en algún monasterio benedictino.