TRIBUNA | ¿España integrada o España mutilada?
Creo que en esta etapa histórica hay una tendencia a promover conductas excluyentes a todo aquel que difiera en sus modos y formas de pensar. Así hemos visto propuestas de ilegalizar a los partidos que defienden posiciones independentistas o incluso a aquellos que sin serlo si asumen los postulados nacionalistas. Diríamos que estos movimientos se explican en buena medida por la oposición que genera las formas de actuar del independentismo en Cataluña y sus responsables en los principales órganos de gobierno.
Aquellos que somos y nos identificamos como españoles, entiendo que también debemos ser los primeros en rechazar esas posiciones excluyentes. No puedo entender la propuesta de Vox de ilegalizar al PNV y el silencio del PP o de Ciudadanos ante esa iniciativa.
España es diversa y plural. Ante ello hay dos opciones: o buscamos iniciativas que contribuyan a conseguir una «España integrada» o lo que se hace es ir hacia una «España mutilada». Hay que tener en cuenta que los partidos que directa o indirectamente asumen esas propuestas excluyentes son muy minoritarios en Cataluña y Euskadi. Por el contrario las personas que apoyan posiciones nacionalistas en ellos son muchos más. Apostar por la exclusión es hacerlo por lo que denomino «la España mutilada». Indirectamente esas posiciones vienen a coincidir con la de los independentistas. Unos dicen «no sois españoles» y los otros «no somos españoles». A partir de esa posición unos dirán que hay que promover la ilegalización y los otros, hay que lograr la independencia.
La España integrada es la que nos dice que la condición de español no depende de lo que pueda ser la opción política o ideológica de cada uno. Uno no es más español por votar a un determinado partido o por optar por aquel otro que es su opuesto. También es la que viene a decir que PNV o ERC son partidos españoles. Habrá que castigar las conductas que no respeten los marcos legales, pero nunca las ideas que puedan tener respecto de la organización territorial.
Si algo define la democracia es el respeto al que piensa distinto. El dictador de turno no tiene ningún problema en dar voz a aquellos que aplauden su forma de actuar. Lo hacía el régimen franquista y lo hace cualquier dictadura en el mundo. Es la democracia la permite dar voz a los discrepantes y que las opiniones de unos y otros se sometan al veredicto de la ciudadanía en las urnas.
Creo que la apuesta por esa España mutilada es además muy peligrosa ya que provocaría la radicalización de los excluidos y fomentaría las posiciones independentistas en Euskadi y Cataluña (además del conflicto).
Aunque las tareas no son nunca sencillas si puedo decir que creo más en la España que tiende puentes que en la que establece trincheras. Apuesto más por la asimilación que por la eliminación de aquellos que difieren de mi modo de pensar.
Todo ello no significa que haya que buscar hacer más «concesiones» para contentar al discrepante. Hay que evitar que se puedan establecer discriminaciones entre los españoles en función del territorio en el que residan. Por ejemplo no creo válido que se aluda al «derecho a decidir» sin especificar que ello se considera algo privativo de «unos» pero no de «otros». Vamos es como decir yo si tengo derecho a decidir pero usted no.
Para alcanzar esa España unida, cohesionada e integrada será muy importante el cambiar la imagen que tenemos de España los propios españoles. En ese sentido resulta especialmente importante divulgar que la Unesco reconoce a las Cortes Leonesas de 1.188 como la Cuna del Parlamentarismo. Frente a aquellos que vinculan la bandera de España con el fascismo hay que conseguir que sea algo común a todos. Esa bandera es por igual de los que se consideran de izquierdas o de derechas, republicanos o monárquicos. Que aquello que sucede en los recintos deportivos (por ejemplo en la reciente Copa Davis), en los que se lleva la bandera española para animar a nuestros representantes, se traslade también en el ámbito político. En ese contexto nadie piensa que aquel que lleva una bandera española piense de una manera o de otra. Que eso que sucede en los estadios se traslade al medio social en general.
Es necesario divulgar lo que es y representa España en muchos campos de la investigación, pero también en los derechos sociales. Por ejemplo hay que dar a conocer que España es uno de los 20 países que en la clasificación de The Economist del 2018 se reconoce como «democracia plena» (sobre un total de 167 países analizados). En ese grupo selecto no se incluye por ejemplo a Bélgica, Francia, Italia o Estados Unidos (entre otros muchos). Sin embargo a veces se escuchan más las voces interesadas de las fuerzas independentistas acusando al régimen español como poco democrático. Los análisis independientes lo desmienten.
National Geographic publicaba en un número reciente una clasificación sobre el empoderamiento de la mujer en el mundo. También en este caso se analizaban 167 países y también aquí España ocupaba el puesto 15 por encima de Francia, Alemania, Australia o Estados Unidos (entre otros muchos países).
Avanzaremos hacia la España integrada si conseguimos difundir y recuperar esa imagen democrática. Por el contrario la España mutilada se abre paso desde las posiciones más excluyentes y que asumen planteamientos escasamente democráticos.