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Ponferrada

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En 1927 ocurrieron muchas cosas. Fue el año de la primera emisión de la BBC y de la primera llamada telefónica trasatlántica entre Inglaterra y los Estados Unidos. Charles Lindbergh se convertía en el primer aviador en cruzar el océano y Malcom Campbell batía el record mundial de velocidad en automóvil después de superar los 281 kilómetros por hora. Y eso era ir muy rápido.

Fue un año convulso también. En Portugal, el general Carmona sofocaba a las bravas un movimiento revolucionario, tropas británicas desembarcaban en Sanghái, un terremoto dejaba 700 muertos en Yugoslavia, otro, aún más grave acababa con la vida de nada menos que 41.419 personas en la provincia china de Gansu. Y en Gales, una explosión de grisú sepultaba a 150 mineros y mataba a otros 53 en la deflagración.

Pero no todo fueron desastres. El año 1927 dio nombre a una generación de escritores en España. El más universal de todos el poeta Federico García Lorca. Herman Hesse publicaba El lobo estepario y Fritz Lang estrenaba su película Metrópolis. Y también fue el año de la irrupción del cine sonoro: Warner Brothers producía El cantante de jazz y el séptimo arte ya no volvería a ser el mismo.

En 1927 hallaron una estatua de Alejandro Magno en el norte de la India. Y en 1927, y esto no viene en la Wikipedia, un aristócrata español se llevó 447 piezas de arte a Nueva York. Juan Manuel de Palacios, conde de las Almenas, necesitaba dinero para concluir la mansión de Torrelodones donde quería exhibir el resto de su colección y en cuanto desembarcó en Manhattan anunció en el New York Times que las obras estaban en venta. Así fue como una joya del Gótico tardío que durante cuatro siglos se había conservado en la iglesia de San Martín de Carracedo y luego en la del monasterio —la estatua ecuestre de San Martín, vendida por 3.000 pesetas en 1908 para arreglar el tejado del templo— terminó en los fondos privados de la Hispanic Society of America. Noventa años después, la talla ha vuelto a España y durante unos meses se podrá ver en el Museo del Prado. Su precio actual daría para construir una iglesia nueva. Si en 1927 perdimos un poco de nuestra identidad, 2017 lo recordaremos como el año en que tomamos conciencia del valor que tiene.

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