Tribuna | ¡ Silencio!, se rueda...
Ami espacio y preocupación constante por lo leonés, a nadie puede sorprender que llegue y acoja la palabra del alcalde legionense José Antonio Díez, que persisten como eco, y con renovación reclamando la necesidad de adjudicar a la región leonesa, el valor que constitucionalmente, en espíritu y en letra, le corresponde.
Él, bueno su voz y mensaje, reclaman que mis palabras de hoy lleven, en plan leitmotiv, su dulce impregnación a modo de bálsamo que alivie los escocidos sentimientos de impotencia de un pueblo ninguneado, toda una reivindicación la que ha puesto en las ondas, y, por supuesto, en muchos medios con letra, música y sorpresa.
El ente autonómico, con su desfachatez castellanizante, más la cicatería en la comprensión identitaria leonesa, negando de paso la vigencia de las dos regiones para hacer imperar la idea de un solo pueblo y territorio, nos hablan de maltrato y humillación. Sin olvidar el daño socioeconómico. Y sólo ante esto: ¿cómo no va a ser lícito reivindicar lo nuestro? Y llega ahora el advenedizo señor Igea a mofarse en nuestra cara. Pretende que se alargue «el pirulí» al que llegó de rebote y pacto.
Cuesta trabajo poner en valor que a favor de los leoneses permanece el derecho constitucional a ser lo que somos ¡leoneses!, y, por supuesto, a autonomía, amparada en letra y espíritu en la Carta Magna junto al mejor de los derechos históricos.
Al otro lado de la voz está el silencio, como pesadilla que parece mezcla de estupor y falta de compromiso marcando un incomprensible abandono de lo leonés, que ha llegado a hacerse tan natural, tan «de libro», que amenaza con dejar de herir nuestros recuerdos, incurriendo en un fallo sistémico.
Y esto no sólo en el paisanaje de a pie, demasiadas veces en difícil situación económica, o viviendo incertidumbres de acomodo, sino en algunos paisanos nuestros de alta vivencia, que se mueven por aquellos círculos donde su voz es respetada y debería fluir reivindicativa, poniendo al alcance de los oyentes, algo más que la oportuna puntualización sobre los hechos leoneses que, o se desconocen por el gran público, o hay algunos interesados en desvirtuar cuando no hacer desaparecer.
No todos tenemos un micrófono para reivindicar. Viene esto, bien incardinado con lo anterior, a destacar un «sonoro» silencio, dejando pasar otra oportunidad de oro sin hacer saber lo histórico leonés. Escuchaba el día 25 de noviembre el programa Al Rojo Vivo donde nuestro paisano García Ferreras entrevistaba al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page.
A espaldas del personaje, era una grabación en exteriores, se veían las «casas colgadas» de Cuenca. Le preguntaba sobre el PSOE y la negociación con ERC de cara a la investidura, se hablaba de igualdad y unidad de España y enlazando con la vertiente histórica catalana que algunos venden, se le hincho el pecho castellano al presidente diciendo: «se lo digo desde la ciudad que tiene el fuero municipal más viejo de toda España, más antiguo que cualquier Estatuto de autonomía, desde Cuenca…».
Quedó satisfecho el presidente, y silente, al respecto, García Ferreras. Atención, lo que «mereció el silencio» de nuestro paisano, y a mí se me hizo oneroso, fue el apunte sobre el fuero y mayor antigüedad. Al pronto me dije, si León capital y reino, con Alfonso V lo tuvieron en 1017/1020 y el que alude García-Page es de 1189, ¿acaso no merece al menos una puntualización sobe lo inexacto de la información presidencial soltada? La verdad histórica no tiene más que un camino.
No puedo catalogar de respetuoso el silencio, más bien lo atribuyo a despreocupación por lo propio, pues hay que enseñar al que no sabe, o que «larga» con palabra política lo que quiere. Tablas y experiencia para haberlo corregido le sobran al periodista y alto dirigente de La Sexta. Sin abochornar al dicente, mediante una apostilla oportuna, por ejemplo, pudo colocar la verdad histórica en el haber de León, para general conocimiento. Y no dejar que rueden la bola y los bulos, quedando en la sombra lo leonés.
Quien se ha hecho merecedora del gran rechazo de los leoneses, es la Fundación Villalar, que, manejada políticamente, nos ha venido infiriendo cuanto daño ha podido, olvidos, tergiversaciones históricas, y un oneroso silencio para lo que nos diferencia, en favor de la quimera castellano leonesa.
El fracaso sin paliativos de la fundación en la conformación de una identidad y sentimiento comunitario, «la hace merecedora de un proceso de disolución», admitido de palabra por el nuevo presidente de las Cortes comunitarias, Fuentes Rodríguez, de Salamanca, (lo de leonés…).
Pero el «donde dije digo…» no se hizo esperar demasiado, tratando de salir airoso se plegó al deseo de «los patronos» de ella, y en palabras del procurador leonesista Luis Mariano Santos, ha quedando con el culo al aire. Mas, ya hace tiempo que a la mayoría de la clase política, perdido el respeto a la ciudadanía, y sin filtro de seriedad, dicen, se desdicen y retocan sin pudor alguno. Primando la incoherencia.
Si permanecemos silenciosos los leoneses, nos hacemos merecedores de cuantos nuevos desmanes se les ocurra a los cerebros pensantes de la fundación.