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Publicado por
José Luis Santos Cela | Exprofesor, doctor en psicología
León

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Tras analizar en otras tribunas la línea pedagógica (22/12/2019) y el diseño de las etapas educativas (20/01/2020), trataré en esta la formación del profesorado y propuestas de modificación. Como punto de partida, entiendo que el único profesorado formado de origen, como tal, para ejercer la docencia es el que desarrolla sus funciones en las etapas de E. Infantil y E. Primaria, ya que este colectivo viene realizando los estudios específicos de maestro desde la creación de las antiguas Escuelas de Magisterio (Escuelas Normales) trasformadas en las actuales Facultades de Educación. Este alumnado, con distintos planes de estudios, siempre ha tenido como formación prioritaria la psico-sociopedagógica complementada con la específica en áreas de conocimiento curricular, según etapas y especialidades, además de realizar en los distintos cursos académicos prácticas en centros escolares tutelados por profesionales de amplia experiencia educativa (un sistema similar al utilizado en la formación sanitaria). Considero, como profesor que ha impartido docencia en esta facultad, que tanto el acceso como el Plan de Estudios deberían revisarse en algunos aspectos, pero respetando su específica preparación que como docente ha de desarrollar.

Si el anterior formato lo comparamos con el utilizado para ejercer la profesión en las enseñanzas de educación secundaria (ESO y Bachillerato) nos daremos cuenta de que el acceso a este nivel dista mucho de esa formación específica que requiere la educación. Este profesorado al que respeto y valoro, históricamente ha accedido a la docencia tras una acreditada formación científica en las distintas facultades (licenciado en matemáticas, filología, bellas artes….) o Escuelas Técnicas Superiores (ingeniero, arquitecto…) y una oposición al Cuerpo de Profesores sobre la materia a la que accedía. Este acceso se fue acercando a la función educativa a través de cursos complementarios como el CAP (Curso de Aptitud Pedagógica) a cuya formación prefiero no referirme y en la actualidad, cursando el Master de Profesor de E. Secundaria (un curso académico) y posterior concurso-oposición para el ejercicio docente (caso de centros públicos). Para entendernos, algo así, como si un licenciado o graduado en fisiología humana, por poner un ejemplo, con un master de un año se le hiciera médico y posteriormente accediera a una plaza para el ejercicio de su profesión.

Permitiría formar a estudiantes universitarios que desde el inicio tienen un objetivo, saben a lo que tienden y se forman para ello; unos profesionales que, además de saber mucha física, mucha literatura….., saben cómo enseñarla

Tal vez algunos lectores, contagiados de cómo se viene concibiendo la educación en nuestro país, piensen que para ejercer la docencia lo que el profesor necesita es saber matemáticas, lengua, química….; y no les falta razón, pero lo que es condición necesaria, no siempre es suficiente, y, en el caso que nos ocupa dista mucho de serlo. Por ello, paso a plantear una alternativa para el debate.

En este modelo que propongo, comenzaría estableciendo como previo, que para el acceso a cualquier estudio que faculte en el ejercicio de funciones con intervención directa en la persona (educación, sanidad, servicios sociales, cuerpos de seguridad…), además de los requisitos académicos (titulación académica, prueba de acceso a la universidad,…) se requiera un perfil psicológico específico acorde a los estudios indicados (algunas, como los Cuerpos de Seguridad, ya lo contemplan). Ello evitaría, en primer lugar, el acceso de personas no cualificadas para el desempeño de estas profesiones y, en segundo lugar, disminuir las deserciones de alumnos que cursando la carrera elegida se dan cuenta de que se han equivocado.

Superado este primer filtro, y ya, centrándome en el profesorado de E. Secundaria, este debería formarse en una facultad propia (llámese de Educación, de Profesorado de E. Secundaria, de Formación del Profesorado….) en la que se cursase un plan de estudios de seis años de duración (se eliminaría el actual máster), combinando materias comunes de la profesión educativa (psicología, sociología, pedagogía, legislación…) que se impartirían en la Facultad de referencia y materias específicas de la especialidad curricular (matemáticas, filología, físico-deportiva, música….) que se impartirían en las correspondientes facultades, escuelas….Lo anterior se complementaría con periodos de prácticas en institutos de enseñanza secundaria con objetivos distintos, según el momento de formación, para concluir con una docencia directa (profesor en prácticas) de un curso académico tutelado por profesorado de los centros educativos indicados. Finalizado este sexto año y superada la evaluación como profesor en prácticas estaría habilitado para ejercer la profesión como docente de E. Secundaria en centros de enseñanza públicos, concertados y privados.

Este modelo, realmente profesional, permitiría formar a estudiantes universitarios que desde el inicio tienen un objetivo, saben a lo que tienden y se forman para ello; unos profesionales que, además de saber mucha física, mucha literatura….., saben cómo enseñarla, conocen las características generales y singularidades del alumnado al que va a enseñar, disponen de estrategias para motivarlo, para resolver las distintas situaciones que se presentan,…. En definitiva, tendremos un profesional de la educación-enseñanza; no un licenciado, graduado, ingeniero…que por motivos varios entró en esta profesión y en la que ha aprendido por ensayo-acierto-error, un método claramente inadecuado cuando tratamos con personas y máxime si estas están en periodo de ser educadas.

Finalizo este tercer y último envío, respecto al tema que nos ocupa, con el deseo de que se cumpla el objetivo final, que no es otro que “la búsqueda de un modelo educativo nacido del consenso, no solo político, sino, sobre todo, social”, que sirva para formar adecuadamente a la actual y futuras generaciones de adolescentes y jóvenes y que dicho modelo, con las modificaciones que el tiempo vaya pidiendo, tenga larga vida, como sucede en países como Suecia, Finlandia…, donde la educación está por encima de los avatares políticos u otros intereses. Sea.