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Publicado por
Tomás Álvarez | Escritor y periodista
León

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En el debate actual sobre el hundimiento económico e institucional de León y la idoneidad del sistema autonómico, es bueno examinar los distintos niveles de los políticos del territorio, e identificar a quienes defienden los intereses de León frente a los «beneficiados» de la situación, prestos a olvidar la responsabilidad adquirida al presentarse a los comicios.

En lenguaje claro: ante nosotros se presenta una oportunidad de distinguir entre los verdaderos representantes del pueblo y los aprovechados de la democracia representativa, cómodos con el dolce far niente .

El verdadero líder político:

En la nivel más alto de la calidad política están aquellos dirigentes que entroncan con los deseos del pueblo al que representan; los personajes amantes del conocimiento de las cosas, identificados con los anhelos de sus representados, que buscan la virtud y el bien de la sociedad, antes que sus propios intereses personales. Los textos de la antigüedad clásica, ya nos muestran ese ideal. Para Platón y Aristóteles, el gobernante debía conocer y buscar el bien de su polis, igual que lo hacía el médico con la salud, y para ello resultaban básicos la virtud (ética) el conocimiento y la iniciativa personal, aunque en la obra de ambos filósofos haya enfoques diferentes, más ideal el platónico y más práctico el aristotélico.

El líder político no ha de ser pasivo. Entre otras virtudes, ha de tener empatía, identificación con la sociedad; conocimiento; equilibrio; e iniciativa para el cambio, aun sabiendo que todo cambio implica dificultad.

El hecho de estar gobernados desde fuera de nuestra región significa injusticia, atraso, abandono. Se nos niega la historia y se niega el desarrollo.

El propio Nicolás Maquiavelo advertía de esto último en su obra El Príncipe: Aquel que la emprende (la mudanzas para el mejor gobierno) tiene por enemigos a cuantos se hallaban bien con las leyes antiguas, y no puede contar sino con aquellos a quienes las nuevas serían ventajosas: defensores débiles, cuya tibieza nace en parte del miedo de sus contrarios, a quienes asiste el influjo del antiguo orden de cosas, y en parte de la incredulidad de los hombres, que naturalmente desconfían de toda mudanza».

El representante rémora:

Frente a los verdaderos líderes políticos, están los representantes rémora. Es bueno recordar el significado de rémora: pez que se adhiere fuertemente a objetos flotantes o a otras criaturas acuáticas, gracias a una especie de ventosa que tiene sobre la cabeza, para desplazarse sin esfuerzo y alimentarse recogiendo despojos. El político rémora es aquel que alcanzado un puesto, sea por esfuerzo o valía personal, astucia o servilismo, renuncia a las iniciativas favorables para su gente, y se limita a vegetar, alimentándose de los ricos «despojos» del erario público, y asintiendo a aquello que le dicten sus «patrones» con el fin de no poner en peligro la confortable poltrona en la que acuna su ociosidad.

Los políticos ante la crisis leonesa:

La realidad leonesa es dramática, y ese drama se agravó desde que en la organización autonómica del país se cometió un gravísimo error que ahora pagamos. Como si se tratase de marcar los límites de un país colonial africano, en aquel momento se borró del mapa a una de las regiones históricas de España: León.

Desde ese mismo momento, gobernados desde otra comunidad histórica, las cosas han ido a peor. En lo demográfico el hundimiento es total. León está a la cabeza de España en pérdida de población.

Desde la muerte de Franco, y gobernada desde un territorio ajeno, la provincia de León perdió 77.196 habitantes, en tanto que Valladolid subía 92.413. (Datos INE 1975-2017). No padecemos la despoblación del interior, sino el abandono del territorio por una situación semicolonial.

Desde el final del franquismo el hundimiento corre parejo en todos los niveles y nuestra tierra camina inexorablemente hacia la nada. Si en 1975 la provincia de León estaba en el puesto 25 del escalafón provincial de la riqueza (datos del PIB) en la actualidad está en el 35 (datos de 2017). Salamanca y Zamora caminan hacia la misma dirección. Salamanca está en el 40 y Zamora en el 46. Una vergüenza. El PIB del conjunto de la provincia de Zamora, es sólo dos veces el de la ciudad de Ceuta.

El hecho de estar gobernados desde fuera de nuestra región significa injusticia, atraso, abandono. Se nos niega la historia y se niega el desarrollo. El político que no vea esa realidad no es político, sino una rémora para la sociedad; el político que servilmente acata las directrices emanadas de despachos ajenos a estos problemas, en lugar de mirar a su alrededor y trabajar por el bien de su pueblo, deja de ser un representante de los electores para transformarse en un pusilánime al que la historia juzgará. Lo más grave es que su falta de ánimo y valor habrá sido gravemente dañina para su pueblo.

El propio Nicolás Maquiavelo afirmaba que el gobernante «pusilánime e irresoluto» era merecedor del menosprecio. Estoy totalmente de acuerdo con el texto del escirtor italiano, padre de la moderna Ciencia Política.