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Publicado por
Francisco Iglesias Carreño
León

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El 26 de abril es, en el santoral, la festividad de San Isidoro (de Híspalis), que, en muchos momentos y plurales ocasiones, lo encontramos como patrono, además patrono ejerciente, de la Corona Leonesa. En el sitio de Baeza (Reino de Jaén) apadrina a Alfonso VII, el propio soberano Emperador del Regnum-Imperium Hispánico de la Corona Leonesa ) y tal hecho, tan extraordinario hecho, que ha llegado trasmitido de generación en generación, no lo podemos ahora obviar, en modo alguno, los que somos de aquí, «nosotros: los leoneses», en ninguna de las maneras sean de lugar u ocasión, por el contrario, todos aquellos que estamos insertos en el ámbito referencial e identitario del hecho (hispánico) leonés, en su soporte (neovisigótico) histórico, cultural y antropológico (con raíz de leonesía) más amplio, y desde el hacer integral (de global amplitud) de la leoneseidad lo debemos reflejar.

De este tal y tan concreto patronazgo nuestro del visigodo San Isidoro sobre la Corona Leonesa, en nuestro criterio particular, no es excluyente ni contrapuesto, ¡en modo alguno!, del propio patronazgo del Apóstol Santiago sobre la misma, es más, atesora y señala la línea marcada en la Península Ibérica en pos de la difusión de las creencias cristianas, de su defensa (a veces defensa ultranza) y de su extenso entronque social.

Nuestro copatrono San Isidoro une a su condición religiosa de hombre santo (forma parte del «grupo familiar»de Los Cuatro Santos de Cartagena, los hermanos: Leandro, Fulgencio, Florentina e Isidoro) de la Iglesia cristiana, la de ser un hombre sabio, no solo muy culto, también poseedor de extraordinarios, amplios, variados y profundos conocimientos tanto coetáneos para su propia época (Cartagena 560-Sevilla 636), como para momentos posteriores, de investigaciones avanzadas que han venido después, ya que el acopio y concreción de su saber y la formalización estructurada, en amplia sistematización, del mismo, ha sido paradigmático ejemplo para las generaciones futuras y ha llegado, con sentido de realidad actual, hasta nuestros días, dándole, a lo largo de los tiempos y en todo el mundo, amplio y general reconocimiento.

Nuestro copatrono San Isidoro, no olvidemos, vivió su presente intensamente, es una pieza clave, con descomunal importancia y trascendencia, en el Reino de los Visigodos (nuestro San Isidoro es también hermano de Teodosia, reina de la Hispania visigoda por su casamiento con el rey Leovigildo. Ello hace que los Cuatro Santos de Cartagena tengan una gran ascendiente, predicamento, autoridad e influencia con los príncipes visigodos Hermenegildo —que alcanzara la santidad— y Recaredo —que llegando a ser Rey se convirtió al cristianismo católico— sus sobrinos), y lo es tanto en el aspecto religioso como en el político, sin olvido de los aspectos sociales, pero lo es sobre todo en orden a configurar las esencias del talantecon la conformación en el fondo y en la forma que define, por vez primera, en «toda la península Ibérica» un ámbito convivencial común global y propio para sus habitantes sin dependencias foráneas, en lo que podríamos llamar, sin ningún tipo de dudas, la «Nación Hispánica» (adelantándose en el tiempo a otras corrientes ideológicas posteriores).

Nuestro copatrono San Isidoro con su hacer, con su ejemplo, ya tenía, por sus amplios méritos, un lugar destacado tanto en la Iglesia Cristiana (canonizado en 1598, y en 1722 el Papa Inocencio XIII lo declaró Doctor de la Iglesia), como en el mundo de la creatividad literaria y/o científica (con ese enorme aporte a los preludios de la sistematización informática de sus obras; en el año 2001 fue declarado patrón de enternet), pero se convierte en el obligado, necesario y determinante referente, después de la invasión árabe del año 711, sobre la asunción neovisigótica del Reino de Asturias a partir del 718 y, desde su consecuente, de la Corona Leonesa [Extremadura+Reino Leonés+Galicia+Asturias], en esa transición secuencial que hace Alfonso III El Magno (el hombre de Alange; lugar que prestigió sobremanera la leoneseidad) entre ambas coronas y de la cual es testigo privilegiado la ciudad leonesa de Zamora en el año 910.

Las ideas leonesas por recuperar toda España —la antigua Hispania de los Visigodos— enlazan con la obra presencial, comprometida y activa de San Isidoro en los concilios de Sevilla y Toledo (donde también está San Ildefonso-patrono de la ciudad leonesa de Zamora- que es discípulo de San Isidoro), y con ese afán, propósito y fin reconquistador de los reyes asturianos/leoneses por el solar patrio.

De la «Nación Hispana» de los visigodos, pasamos a la «Patria Hispana» de los leoneses medievales y desde estos a la «España Nación» contemporánea actual de las cuatro regiones constitucionales de toda la Corona Leonesa {Extremadura+Reino Leonés+Galicia+Asturias).

Citar a San Isidoro en el día de su onomástica festiva es también recordar a la reina Leonesa Sancha I de León y a su marido, el navarro Fernando El Grande, que hicieron posible, hace ahora 957 años, la venida de los restos del Santo desde Sevilla a tierras de la Corona Leonesa, a través de la Vía de La Plata, como es también de justicia recordar los afanes de su hija Doña Urraca Fernández (la extraordinaria defensora de Zamora en el año 1072 frente al cerco —de siete meses y siete días— de los ejércitos castellanos), en pro de la Colegiata de San Isidoro donde está el Panteón Real de la Casa Real Leonesa que es la matriz de la Casa Real Española, o a su sobrina la Infanta/Reina Sancha Raimundez, hermana del Emperador Alfonso VII, que tanto hizo por este lugar paradigmático hispánico de la Corona Leonesa. (En tal lugar está el Cáliz de Dª Urraca, en atención a recientes investigaciones de expertos historiadores está considerado como el «Santo Grial» la copa de la Santa Cena de Nº SºJesucristo).

Nuestro copatrono San Isidoro encarna la raíz de la «España visigoda», la «Hispánica Nación» que continuará con la «España Nación», que prosigue, desde los momentos medievales, con el hacer de extremeños, leoneses, gallegos y asturianos en toda la Corona Leonesa y forma un bloque indisoluble en el hacer en pos de la plenitud de la reconquista Ibérica en el pasado y es indicio, señal y camino de su continuidad en el actual presente.