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En la clínica lo normal hay que distinguirlo de lo falsamente normal. Parece elemental no confundirlo, pero desgraciadamente suele ser una confusión muy frecuente, y sus consecuencias son desastrosas. Muchos pacientes refieren como comportamientos «normales» acciones que le precipitan a la enfermedad a corto o mediano plazo. Tener engañado los pies de la conducta en el camino de lo anormal asegura la perdida de la meta.

Como muestra un botón. Cuándo se pregunta a muchos ¿cuánto bebe?, la respuesta general es «lo normal». Ese falso «normal» suele exceder, con mucho, lo que el organismo tiene establecido como normal. Las consecuencias de ese falso «lo normal» no tardan en llegar: importantes alteraciones orgánicas y psíquicas, dos componentes de la enfermedad alcohólica, que exige un tratamiento profundo y prolongado.

Es muy importante que nos acostumbremos a distinguir lo normal de lo que es falsamente normal. Lo normal coincide, en medicina, con lo que nuestro organismo puede asumir sin peligro de alteración posterior. Otra cosa no es normal. Nos va la vida, en el sentido literal, saber distinguir lo que es falsamente normal para no autoengañarnos, y luego no tener más remedio que lamentarnos. Así, también, por ejemplo, dejarnos vencer por el pánico a una enfermedad, como puede ser al actual Covid-19, que nos atenaza y nos bloquea llevándonos a reacciones poco racionales, no es normal. Es muy distinto afrontar con normalidad la enfermedad, con actuaciones eficaces, serenas y proporcionadas. El pánico siempre nos ciega, y nunca acertaremos con las medidas eficaces a tomar.

También, en la sociedad no distinguir lo que es falsamente normal, a veces es más peligroso que la enfermedad misma, pues sus consecuencias desastrosas repercuten en otros muchos.

Así, confundir lo que es anormal con «lo normal» en temas tan importantes como las separaciones matrimoniales, u otras muchas faltas flagrantes de irresponsabilidad, puede ser bastante más peligrosa que una grave enfermedad por sus numerosos efectos colaterales prolongados en el tiempo. Con todo, siempre hay esperanza para el tratamiento o remedio, con tal de empezar por reconocer, cuanto antes, que la enfermedad no es normal, y a partir de ahí pedir ayuda para que no vaya a más.