Prioridades
Quisiera pensar que esta pandemia nos ha hecho salir más fuertes y preparados. Que trágicamente, porque en el camino se han quedado más de 650 leoneses, hemos asimilado una lección y nos hemos hecho conscientes de lo prioritario, lo esencial, lo urgente y lo accesorio.
Quisiera pensar que hemos aprendido dónde debemos poner todos nuestros esfuerzos para que no se vuelva a repetir una situación similar. Para que nada nos pille desprevenidos y sin la suficiente capacidad de reacción, para que la necesidad no nos supere ni nos haga caer.
Pero las primeras reacciones en esta transición me hacen ser pesimista. Y es que pese a la lección que nos ha dado la ciudadanía —la gran mayoría de nuestros vecinos— de responsabilidad y compromiso, de respeto a las recomendaciones sanitarias y de esfuerzo, nos encontramos con actuaciones que además de irresponsables son injustas y temerarias.
La Junta de Castilla y León ha decidido postergar hasta «la próxima primavera» la dotación de camas de cuidados intensivos que, ellos mismos admitieron, necesita el Hospital de León. ¿Por qué? No ha habido ninguna explicación ni del presidente Mañueco, ni del vicepresidente Igea, ni de la consejera Verónica Casado ni el gerente Manuel Mitadiel. Solo contradicciones, vaguedades y un cronograma que sí dotará de presupuesto unidades similares en otras provincias pero que, de nuevo, dejará a León relegada sin los servicios esenciales que precisa para atender con garantías un posible rebrote del Covid-19.
Además esta demora es ya una rectificación pues la propia administración autonómica anunció un plan de ampliación de las imprescindibles UCIs que no contemplaba ninguna cama en el Hospital de León.
Superada la curva, controlados los contagios, los consultorios y centros de salud han seguido cerrados o limitados. Las derivaciones a especialistas cerradas, los calendarios de citas suspendidos, las pruebas diagnósticas paralizadas, las analíticas limitadas, las contrataciones estancadas. Hemos alcanzado una demora récord tanto que se acerca ya a los seis meses y, todo ello, pese a que llevamos meses sin incluir nuevos pacientes en las listas para no colapsar. Cuando acabe el verano, cuando en condiciones habituales ya se produce un repunte en las demoras volveremos a apelar a la paciencia sin entrar a valorar que no es una cuestión de resignación sino de salud y vida.
De nuevo, decisiones increíbles que ya ni se molestan en justificar.
Los alcaldes de esta comunidad hemos estado callados, con responsabilidad y lealtad institucional, para no agravar aún más una situación que, entendíamos, nos ha sobrepasados a todos. Los ayuntamientos -sin fondos iniciales ni adicionales- hemos tenido que hacer frente a la atención a los más vulnerables, a competencias propias e impropias, a programas de ayuda, a vigilancia de la seguridad, a prevención, control y apoyo constante. Y lo hemos hecho. Como afrontamos las primeras medidas de reactivación económica con congelación de tasas, aplazamiento de cobros, bonificaciones, exenciones, subvenciones y, por supuesto, mantenimiento de servicios esenciales como el transporte urbano de forma gratuita para los vecinos.
El Gobierno ha asumido el pago de los Ertes, las ayudas a los autónomos o la dotación de un fondo adicional de 16.000 millones de euros para la reconstrucción en las comunidades autónomas. Bien es cierto que la necesaria asistencia a las entidades locales no ha llegado y se anuncia difícil que llegue, lo que generará gravísimos problemas en los ayuntamientos que, con dificultades económicas, tenemos que prestar la primera ayuda.
Pero mientras tanto, la Junta, como he señalado en otras ocasiones, ni estaba ni se la esperaba.
La atención a la pandemia ha puesto de manifiesto las carencias del sistema sanitario de esta comunidad en el que, como siempre, sus profesionales han salvado ese déficit. Como ha ocurrido en colegios e institutos, en atención a la dependencia o en asistencia a las personas mayores. Todas las brechas, una y otra vez denunciadas, se han hecho abismos con esta crisis.
Evidentes las carencias es injustificable que, ahora, la Junta no afronte desde el minuto inicial la solución. Exigimos la dotación de camas necesarias, de personal suficiente para hacer frente a las necesidades sanitarias de una provincia como León que ha vivido recorte tras recorte que se han transformado en déficits estructurales manifestados en demoras en pruebas diagnósticas, listas de espera insalvables, falta de unidades de referencia, obligación de traslados para recibir asistencia básica, consultorios cerrados, servicios masificados y un personal insuficiente, infradotado e infraequipado.
La irresponsabilidad que supone no preparar hospitales, consultas y, por supuesto también residencias y colegios, para un posible rebrote o para resolver las carencias ya detectadas sería una temeridad. Y con lealtad, pero sin complicidad, hemos de denunciarlo y exigir su reparación. Que no se nos haga tarde. Lo esencial es ahora, también, prioritario, urgente y necesario.