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Publicado por
Francisco J. López Rodríguez, profesor
León

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Hace unos días tuve la oportunidad, por ser noticia, de adentrarme en el currículo de un político que desempeñó cargos importantes en gobiernos de los últimos quince años. La verdad que deslizaba mi teléfono y no se llegaba al final tanto en su preparación universitaria, científica y personal, como en la política y, actualmente, en la empresa.

Si hoy tuviéramos que plasmar el currículo de la mayoría de los miembros del Gobierno y de los políticos nos sobraría la mitad de una cuartilla ya que nos limitaríamos a una licenciatura en lo que fuere, un doctorado a cualquier precio, unos estudios universitarios no finalizados o no iniciados.

Ser político hoy, es una carrera propia de los avispados. Me viene a la mente un comentario referido a una orden religiosa, de mucho prestigio, que ha dado muchos frutos a lo largo de los siglos y sigue sirviendo a la sociedad, comentaban, que, en dicha institución religiosa, solo podía estar los mejores, los mejores en sabiduría, en ciencia y, los que no tenían unas capacidades para la enseñanza, se decía que fueran a misiones.

Falsa creencia ya que hay misioneros muy preparados que han elegido el riesgo y el sacrificio entregados a los más desfavorecidos. Si lo aplicamos a la política a lo mejor entramos en un camino de verdad y podemos decir que los que no valen para emprender un negocio ni quieren tener responsabilidades personales, ni nunca los contrataría una empresa, se meten en política.

Hoy la Democracia está en crisis, no esa democracia que siempre se consideró como la participación del pueblo en las tareas del estado. No es la democracia que pretendían Platón y Aristóteles que debería ser el gobierno de los mejores. Hoy la Democracia está influenciada por los medios. Hoy fabricamos en tiempo récord un líder y lo lanzamos a la plaza y a la calle. Lo llevamos a la televisión a la prensa y en poco tiempo sacamos del anonimato a alguien y lo hacemos famosos y atractivo.

Jason F. Brennan, filósofo americano y profesor en la Universidad de Georgetown, afirma que la democracia no es la única forma justa de Gobierno y, de hecho, nos lleva a tomar decisiones irracionales, que no son buenas para nadie. Propone, en cambio, implantar una epistocracia: el poder de los que saben. Añade, refiriéndose a la elección de Trump como presidente de los Estados Unidos, que la democracia es un Gobierno escogido por ignorantes y ‘hooligans’ de partido. Son los hooligans los más peligrosos.

Y la razón por la que son peligrosos no es porque sean fanáticos a la hora de impulsar su particular ideología, lo peligroso es que son de un partido. Un buen ejemplo es la elección de Trump. Hace cuatro años la mayoría de la gente que votó a Trump no creía en sus políticas, le votó solo porque iban a votar a los republicanos de todas formas. Si los republicanos ponen de candidato a una persona desagradable y colérica, que va a romper todas las alianzas de los Estados Unidos y perjudicar la economía o las relaciones comerciales, le van a apoyar igual, porque es su equipo.

Hoy día, en España, no hay una cultura democrática, nos dejamos llevar por impulsos y nos dejamos arrastrar aún por la historia, por una guerra civil, creando nuevos hooligans, herederos de un fanatismo que hay que votar a determinado partido político sí o sí, aunque sus dirigentes sean unos inútiles. No somos críticos y aún estamos mediatizados por acontecimientos, revanchas, odios y venganzas.

En este país se está más pensando en un gobierno que nos de subvenciones y que nos dé una renta para vivir. No estamos pensando en prepararnos para afrontar el reto de un trabajo, No. Hay una inmensa mayoría de ciudadanos que solo están pensando en vivir sin trabajar. No estamos pensando en el bienestar o en el futuro de un país, estamos buscando el bienestar propio sin esfuerzo y sin trabajo.

El político mediocre promociona e impulsa este sistema. Esto es lo que nos están trasmitiendo los políticos. Se dice que un ciudadano un voto. No puede tener el mismo valor el voto de un vago o el voto del per andaluz o extremeño. No vale igual el voto del que está esperando que le den una ayuda social.

Hay una sobredosis de información, unida a la democratización de las opiniones según la cual vale lo mismo el parecer de un científico que el de un cantante o un perfecto cantamañanas hace que la gente esté dispuesta a creer cualquier disparate.

Hay mucho ignorante unos de nacimiento y, los más, de conveniencia que están dispuestos a rendirse a cualquier político porque le va a solucionar la vida del estómago. Esta ignorancia llega hasta tal punto que en Estados Unidos alguien ha afirmado que la tierra es plana y parece ser que hay un millón de terraplanistas. En Brasil llega a los siete millones. El ignorante o el avispado que quiere vivir del padre estado está dispuesto a creer cualquier cosa.

Hoy, en España, se está fomentando esta clase de democracia y la fomentan políticos incapaces que lo único que les preocupa es el poder. El político mediocre suele tener a su lado a súbditos y a los más mediocres y, como se suele decir, en el país de los ciegos el que más ve es el tuerto.

Qué diferente al sabio que, en su humildad, quiere tener a su lado a los más sabios, a los más competentes. Confucio decía: que lo que capacitaba a un hombre para el mando no era el nacimiento sino la aptitud y excelencia moral. Al filosofo Karl Popper le preguntaban que quién debe gobernar, resulta difícil evitar las respuestas de este tipo: el mejor, el más sabio, el gobernante nato, etc.…

Pero cualquiera de estas respuestas, por convincentes que puedan parecer, nos conducen al principio contrario, es decir, el gobierno del peor, del más ignorante y esto es insostenible para la democracia y para un país.

Qué democracia tenemos en España cuando se subordina a los independentistas, a los terroristas o a los intereses económicos de los vascos por mantenerse solo y exclusivamente en el poder.

Como puede un país estar gobernado por un Gobierno sometido al capricho de unos pocos. Podemos decir que en España cuarenta y seis millones de ciudadanos están gobernados por algo más de dos millones de votos: catalanes, vascos, la CUP y alguno más Que sean los secesionistas, los terroristas y los anarquistas quienes decidan los destinos de un país, esto no es democracia esto es la dictadura del poder y de un Gobierno que solo pretende mantenerse a costa de sacrificar una historia, un país y un destino universal.

Todo se justifica que la democracia es la voluntad de un pueblo, pero a España no la pueden gobernar una minoría.

Todo esto se permite por no tener conciencia de estado, de patria, de nación, solo importa el poder y este está en manos de mediocres.