La guerra de la muerte. Lo que faltaba
La verdad que estamos entre cifras desde que despertamos y hasta que nos acostamos. Es un sinvivir. Cada día las cifras cambian a peor. La situación se ha hecho ya insoportable. Porque, además, las cifras, las importantes, son falsas, mienten y eso debería ser motivo de revisión, ya que, una vez más, somos el país que peor situación presentamos en cualquier aspecto de este episodio tan espantoso que estamos viviendo. Naturalmente, estamos hablando del covid-19.
Qué desastre de pandemia y qué desastre de gestión para vencerla.
Da mucha vergüenza, observar, cada vez que aparecen en pantalla el ministro Illa y su asistente Simón, la cantidad de tonterías que salen de sus boquitas. Bien es cierto, que ambos, son fieles servidores de su señor. Y así un día tras otro. La gente, el ciudadano de a pie, está harto. Literalmente. Comienza a cansarse y a pensar que a esto hay que darle una solución. Pero ya. De un modo o de otro, pero darle una solución ya.
De acuerdo que Europa está en una situación similar a la nuestra. Pero allí, se ve movimiento en orden a querer doblegar a esa maldita pandemia. Desde luego mucha más actividad que en nuestro país. ¿Tenemos nosotros, los ciudadanos una parte de culpa en este retraso para que las cosas se vayan arreglando? Evidentemente sí, no todos por igual, pero evidentemente sí. Parece mentira que nuestros jóvenes y no tan jóvenes no siguen, ni de lejos, el protocolo necesario para que las cosas funcionen.
Y, después tenemos el problema de las cifras. Qué argumentos tan pueriles presentar, por parte del Gobierno, las cifras de muertes que hasta el momento, ha causado este virus. ¿Qué les mueve a esa mentira? ¿Piensan que al rebajar la cifra real significa que sufrimos menos muertos? ¿Qué sentido tiene plantear esa guerra de muertes que no consigue otra cosa que más pérdida de credibilidad por parte de gobierno?
Pues hay que decirlo alto y muy claro; el Gobierno nos miente a sabiendas que sus cifras son falsas. ¿Cómo se llama eso de mentir? Cómo nos acordamos del pobre Rubalcaba cuando proclamaba a los cuatro vientos que España no se merecía un Gobierno que le mintiese. ¡Qué tiempos aquellos! Pues ahora estamos en una situación muchísimo peor que entonces y las aguas están mansas. Nada o casi nada se mueve. No se divisa temporal alguno a pesar de las condiciones para ello. Pero lo peor de todo, si me permiten, es jugar, como está jugando este Gobierno, con la muerte de miles y miles de españoles que, por la mala gestión de esta pandemia, se convierten en muertes, desgraciadamente inútiles.
¿Por qué, el Gobierno, a través del ministerio de Sanidad, nos presenta siempre una cifra de muertos muy inferior a la que se produce en realidad? Sencillamente porque les avergüenza aceptar que no lo están haciendo bien, a pesar de la cantidad de veces que se nos dice que somos los mejores. Y todo eso sin ponerse colorados, sin ningún tipo de vergüenza. Estamos, desgraciadamente muy lejos, no de ser los mejores, sencillamente de ser normales y de seguir los protocolos que han sido estudiados, para que el ciudadano pase por la pandemia de la forma más suave posible. Eso no va con nosotros. Quiero decir con nuestro Gobierno. Ellos, el Gobierno, necesita mentir de forma continua, tanto como el aire que respiran. Y así les va. Y así nos va. Aunque parezca que no, el propio Gobierno, está viendo cerca su final o quizá la llegada de una crisis interna que haga tambalear las hasta ayer estructuras que les hacía intocables. Es decir, la verdad, que siempre se impone, está ganando adeptos y está horadando lo que parecía indestructible. Esta es la verdadera realidad que estamos viviendo. Con toda esta situación que llevamos en la mochila, ¿quién se atreve a decir, en serio que estamos en el camino correcto, que todo es miel sobre hojuelas, que Europa está equivocada y que, por supuesto, la razón la tenemos nosotros?
Vaya futuro que tenemos por delante de seguir esto así. Necesitamos decisiones valientes, caiga quien caiga y necesitamos estar todos a una. Ese es el único camino. Todo lo que se aparte de ese presupuesto, retrasará todo una barbaridad. Y un ruego, por favor. Dejemos en paz a los muertos. Basta de guerra de la muerte.