PANORAMA
Anuncios de bebidas
PARECE que son abstemios el 36 por ciento de los jóvenes entre 14 y 18 años, un 10 por ciento más que hace una década, lo que puede querer decir que el 64 por ciento no lo son. Aun quitando los que no saben o no contestan, el número de jóvenes que no rechaza totalmente el consumo de alcohol resulta bastante elevado, aunque crezca el rechazo entre los menores. La estadística viene de los empresarios de bebidas alcohólicas, que quieren así convencer de que la publicidad de esas bebidas no influye en el consumo juvenil: «no se ha constatado que la publicidad haga aumentar el consumo de bebidas alcohólicas». Así que ¿para qué restringirla? Hay una ley en marcha para prohibirla que les parece «totalmente desproporcionada, incoherente e ineficaz». Según surazonamiento, si no hubiera publicidad de las bebidas alcohólicas, los fabricantes ganarían más dinero porque les costaría menos poner los productos en el mercado y además, los consumidores consumirían más, al bajar el precio de los licores. Algo debe estar mal en este razonamiento porque los fabricantes se aferran como panteras a que la publicidad continúe sin restricciones. No se podrá poner en publicaciones dedicadas a los menores, y en la prensa escrita de otro tipo no podrá ponerse en portadas, contraportadas, separatas, encartes o secciones juveniles. Y en el resto de la publicación, no podrá superar el 25 por ciento de la página, ni el 15 por ciento del volumen de la publicidad total. Para ellos el mercado de los licores está maduro y la publicidad sólo sirve para captar cuotas de mercado para cada marca y «no hace aumentar indiscriminadamente el consumo global», lo que podría querer decir que «hace aumentar discriminadamente el consumo personal», o sea, que los que se aferran a una marca, lo hacen aún más, en detrimento de las otras.