Diario de León
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LOS líderes de UGT y CCOO recorren España desde hace días predicando la huelga general del 20-J. Se trata de ejercicios de precalentamiento anímico. Los portavoces de las dos centrales mayoritarias aseguran que la huelga ya tiene garantizado el éxito. Conviene, sin embargo, matizar lo que el éxito de la huelga significa, pues un colapso del país, paralizadas sus comunicaciones y suspendido el resto de los servicios esenciales mínimos por la acción de los piquetes, podría halagar la vanidad de las siglas convocantes y satisfacer a los partidos de la oposición, pero abriría la necesidad de esa Ley de Huelga que esgrime el ministro de Trabajo con la supuesta intención de que el próximo día 20 no se interrumpa totalmente la circulación sanguínea del país. Mediante el porcentaje de servicios mínimos fijados/exigidos por el Gobierno o garantizados por las centrales, siempre que se respeten, puede graduarse la intensidad y la extensión de una huelga. El Gobierno del PP desea evitar a toda costa que el 20-J se convierta en otra fecha mítica de la historia sindical, como el 14-D del 88, día en que el funcionamiento del país se quedó sin resuello. Padecer una huelga como la que humilló en el 88 al entonces endiosado González es lo que Aznar menos desea. Ocurre, sin embargo, que los intentos disuasorios del Gobierno, sea el entusiasmo del presidente por la victoria, sea la referencia del ministro Aparicio a una ley que regule la complejidad del asunto, incluidos los servicios esenciales, se consideran a estas alturas del partido por los sindicatos como una nueva provocación. No va a legislar el Gobierno sobre esta materia en caliente, dado el ardor de los ánimos en vísperas ya del 20-J, pero espera que los sindicatos tomen la iniciativa sobre una regulación del derecho de huelga, sobreentendiéndose que también del de no ir a la huelga, porque de lo contrario tendría que abordar la cuestión el Gobierno. Pero más adelante, cuando después de la huelga general se haya convencido la opinión pública de que el ejecutivo tiene razón. A la oposición le parece, sin embargo, que la razón la tienen las centrales, y si IU se sube al carro de la huelga y hasta emplaza al PSOE para someter al Gobierno a una moción de censura, el socialista Zapatero, más pausado aunque tal vez más incisivo, dijo ayer que Aznar se había comportado como un «hooligan» cuando afirmó que «este partido lo vamos a ganar». Porque «no tiene enfrente Aznar a un equipo rival sino a muchos millones de españoles que no quieren «jorobar» a España sino que pretenden impedir que haya cada día más injusticia social». ¡Qué calentón está viviendo el país!, y sin que se sepa bien por qué y para qué se aviva tanto el fuego. 06/10/17-01/2002

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