Diario de León

A los familiares y víctimas del terrorismo A los familiares y víctimas del terrorismo

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León

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No os conozco de nada, ni a los unos, ni a las otras. Os he visto con los ojos de la fe, y el sentir del corazón, cuando habéis tenido que sufrir, la sin-razón, de unos seres sin alma, que presumiendo del derecho a defender sus ideas y aspiraciones, derecho que nadie les niega, pretenden hacerlo a base de matar vidas humanas y de amedrentar con ello a la sociedad. Pero duele a uno mucho más, como sacerdote e hijo de la Iglesia, que también dentro de ella haya algunos sucesores de aquellos Apóstoles; que dieron todos la vida por la defensa de su fe y los derechos de los más débiles y masacrados, que están dando a ver al mundo, que están en el otro polo. Cuando alguno de los vuestros, era objeto del tiro en la nuca, que es la mayor cobardía que se puede cometer, no sólo, o raramente se unían físsicamente a vuestro dolor, sino que escabulléndole las mas de las veces como podían, mandaban el papel mojado, para que lo leyese en el funeral el cura de turno, cuando su misión era estar los primeros mezclados con vuestro dolor, y dando la cara por lo que Cristo la dio. Por defender la vida y no la muerte. El mismo era la Vida. «La Iglesia necesita más profetas, y menos diplomáticos». Y ahora nos vienen, con un montón de folios, para defender lo indefendible, queriendo con ello, obnubilar la mente de los tontos, porque los otros no pasan por ahí, e incluso como humillando a las víctimas, diciendo que puede ser peor para ellas, si se persigue a quienes apoyan el terror, que son los mismos. Se compadecen de los presos, ¿Qué dicen de los muertos? ¿Quién acerca a los muertos..?, que gracias a Dios estarán a su lado, después de una muerte totalmente injusta, con la conciencia más limpia y más descansada que la de sus verdugos. Acerca de la cárcel y de los presos, tanto Cristo como todo ser hemano biennacido, reclama justicia, y está con ellos, cuando están allí injustamente, pero Él también advirtió que, cuando se ande en pleitos, con malos andares, procuremos antes volver camino recto, no sea que nos metan allá, y no salgamos hasta que hayamos pagado el último cuarto. No nos equivoquemos. Pongámonos en el buen camino, y no habrá nada que pagar. Hablan también de diálogo, y uno vuelve como creyente a la Palabra en la que cree, diálogo según, cómo, y con quien. Cristo también negó este diálogo a Herodes. «Y Jesús callaba» «Jesús autem tacebat». Herodes no merecía el diálogo. Quiero decir con todo esto, queridas familias y víctimas; si sois creyentes, acudid al Evangelio, que es la fuente, porque en los regatos, suelen proliferar toda clase de anfibios. Cristo es el único punto seguro de referencia. Y si no sois creyentes, o sencillamente si decís que no lo sois, vuestro dolor es el mismo, y aunque no lo creíais, Dios es Dios, y vuestros familiares, víctimas de la sinrazón, están también al lado de ese Dios, que es Padre de todos. Este cura que os escribe, ante esa sinrazón, y al veros en la pantalla en vuestro dolor, mas de una vez le ha costado también, limpiar su mejilla, identificándose con vosotros, con vuestro dolor y con vuestra rabia. Saludos y un abrazo en el Dios de todos. Esperanza del que cree, y acogida también del que no cree. Hilario Fernández Martínez (cura párroco de La Ercina). No os conozco de nada, ni a los unos, ni a las otras. Os he visto con los ojos de la fe, y el sentir del corazón, cuando habéis tenido que sufrir, la sin-razón, de unos seres sin alma, que presumiendo del derecho a defender sus ideas y aspiraciones, derecho que nadie les niega, pretenden hacerlo a base de matar vidas humanas y de amedrentar con ello a la sociedad. Pero duele a uno mucho más, como sacerdote e hijo de la Iglesia, que también dentro de ella haya algunos sucesores de aquellos Apóstoles; que dieron todos la vida por la defensa de su fe y los derechos de los más débiles y masacrados, que están dando a ver al mundo, que están en el otro polo. Cuando alguno de los vuestros, era objeto del tiro en la nuca, que es la mayor cobardía que se puede cometer, no sólo, o raramente se unían físsicamente a vuestro dolor, sino que escabulléndole las mas de las veces como podían, mandaban el papel mojado, para que lo leyese en el funeral el cura de turno, cuando su misión era estar los primeros mezclados con vuestro dolor, y dando la cara por lo que Cristo la dio. Por defender la vida y no la muerte. El mismo era la Vida. «La Iglesia necesita más profetas, y menos diplomáticos». Y ahora nos vienen, con un montón de folios, para defender lo indefendible, queriendo con ello, obnubilar la mente de los tontos, porque los otros no pasan por ahí, e incluso como humillando a las víctimas, diciendo que puede ser peor para ellas, si se persigue a quienes apoyan el terror, que son los mismos. Se compadecen de los presos, ¿Qué dicen de los muertos? ¿Quién acerca a los muertos..?, que gracias a Dios estarán a su lado, después de una muerte totalmente injusta, con la conciencia más limpia y más descansada que la de sus verdugos. Acerca de la cárcel y de los presos, tanto Cristo como todo ser hemano biennacido, reclama justicia, y está con ellos, cuando están allí injustamente, pero Él también advirtió que, cuando se ande en pleitos, con malos andares, procuremos antes volver camino recto, no sea que nos metan allá, y no salgamos hasta que hayamos pagado el último cuarto. No nos equivoquemos. Pongámonos en el buen camino, y no habrá nada que pagar. Hablan también de diálogo, y uno vuelve como creyente a la Palabra en la que cree, diálogo según, cómo, y con quien. Cristo también negó este diálogo a Herodes. «Y Jesús callaba» «Jesús autem tacebat». Herodes no merecía el diálogo. Quiero decir con todo esto, queridas familias y víctimas; si sois creyentes, acudid al Evangelio, que es la fuente, porque en los regatos, suelen proliferar toda clase de anfibios. Cristo es el único punto seguro de referencia. Y si no sois creyentes, o sencillamente si decís que no lo sois, vuestro dolor es el mismo, y aunque no lo creíais, Dios es Dios, y vuestros familiares, víctimas de la sinrazón, están también al lado de ese Dios, que es Padre de todos. Este cura que os escribe, ante esa sinrazón, y al veros en la pantalla en vuestro dolor, mas de una vez le ha costado también, limpiar su mejilla, identificándose con vosotros, con vuestro dolor y con vuestra rabia. Saludos y un abrazo en el Dios de todos. Esperanza del que cree, y acogida también del que no cree. Hilario Fernández Martínez (cura párroco de La Ercina).

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