Chirac y los astronautas
CHIRAC de Francia, que el domingo inició su propio «remake», ha puesto en el gobierno a una astronauta. Como casi todos saben, los astronautas, que los rusos llaman cosmonautas, que los franceses llaman espacionautas, se dedican a dar vueltas por ahí arriba en busca de inspiración. Cada uno se inspira como puede. La primera obligación de un político es dar vueltas por ahí. La segunda, mirar hacia el cielo. Mirando hacia la tierra, se encontrará con su conciencia, y eso hay que evitarlo. Si el político no es totalmente astronauta, siempre puede montarse en avión. Una persona que visita dieciocho países en quince días, no tiene tiempo de aburrirse leyendo o de ocuparse de su conciencia. Aquí en la tierra quedan varios problemas sin arreglar. No hablamos de la escasez de mano de obra para acabar la muralla china con la que los israelitas de Sharon, por fin, dejarán de contaminarse con palestinos sucios ni de la escasez de recursos cerebrales de la administración Bush, ni de los problemas de abastecimiento en guardarropía de Karzai de Afganistán y su guapísimo ministro de exteriores, ni de la periclitada influencia de Figo ni de la oprobiosa derrota de los mexicanos frente a los gringos en un campo de batalla de Extremo Oriente: Fox se quedó sin palabras «speechless» cantaba la CNN. Ni siquiera de que el nuevo primer ministro de Chirac, Raffarin, es capaz de perder frente a Zapatero en un concurso de contar chistes. Los verdaderos problemas son, como ya es habitual, los que detecta el gobierno de España en cuanto está dos días sin coger aviones: la agricultura, la emigración, esas cosas. En agricultura, lo deseable es dejar las cosas como estaban. Así, los votantes de Chirac podrán seguir cobrando subvenciones reglamentarias para esmagar con brío los productos españoles. Si las subvenciones a los franceses arruinan a los países pobres, es culpa de los pobres por serlo. Si a los países pobres se les ocurriera protestar y mandarnos emigrantes a quitarnos algo, la selección nacional española propone que sean castigados.