Sevilla
EL Consejo Europeo de Sevilla, que culmina la presidencia española de la UE, tiene una densa agenda de carácter inusualmente político, en cuyo desarrollo influirá grandemente Francia, que acaba de culminar un espectacular viraje político que la ubica en posición muy distinta de la que manifestó en la pasada cumbre de Barcelona. La gran victoria del centro-derecha el pasado domingo será determinante en la actitud de la representación francesa personificada en el tándem Chirac-Raffarin; los medios del país vecino ya han subrayado que en Sevilla la nueva mayoría deberá mostrar con claridad el nuevo rostro de las instituciones francesas. Máxime cuando en Sevilla se abordarán precisamente algunas cuestiones clave del desarrollo europeo que han estado muy presentes en la campaña electoral francesa. Así las cosas, lo verdaderamente relevante de la cumbre no será tanto el grado de consenso que se obtenga en los distintos puntos del temario cuanto la dirección de avance que se intuya después del «giro conservador» que está experimentado la Unión, materializado explosivamente en Francia y, en cierta medida, presentido también en Alemania, donde el 22 de septiembre la CDU, con Stoiber al frente, tiene grandes posibilidades de ganar las elecciones frente a Schröder. La inmigración, por su repercusión mediática y por la evidencia de que está condicionando las actitudes de los electores del viejo continente, será la estrella de la Cumbre. La espuria vinculación entre inmigración e inseguridad que desarrolló la extrema derecha de Le Pen ha sido un factor decisivo en el desarrollo electoral francés. Y ha dado paso a la tesis, incuestionable pero delicada, de que es preciso desactivar los extremismos por el procedimiento de «gestionar» mejor el fenómeno inmigratorio: reduciéndolo a una dimensión manejable y frenando en seco la inmigración ilegal. La propuesta española de vincular la cooperación europea con los países del Sur a la disponibilidad de éstos para controlar a sus naturales de modo que no emigren desordenadamente hacia Europa ha encontrado lógicas resistencias en quienes no están de acuerdo en amenazar con sanciones a los más pobres; no será sin embargo difícil encontrar fórmulas semánticas aceptables por todos. El segundo gran tema de la cumbre sevillana será la ampliación y, en concreto, la extensión de las ayudas agrícolas directas a los países candidatos. La negativa alemana a aportar más recursos y el hecho de que los presupuestos comunitarios estén cerrados hasta el 2006 bloquea y retrasa la ampliación, ya que no parece probable que se acepte la hipótesis de una Europa a dos velocidades.