¡Ay de los vencidos!
ALGUIEN miente. Cuando hay tanta diferencia entre los datos del Gobierno y de los sindicatos, alguien está mintiendo. No puede ser que uno haya medido un seguimiento del 16 por ciento -un 12,5 en Galicia-, y los otros lo eleven al 84 por ciento. Esto es mucho más que la famosa y habitual «guerra de cifras». Esto es una manipulación. ¿De quién? Lo lamento mucho, pero la intuición apunta que son más ciertos los datos del gobierno. Y aunque hallásemos una media y dejásemos la participación en la huelga en un 40 por ciento, hemos de convenir que gran parte de las personas que ayer pararon o cerraron sus establecimientos, lo hicieron por miedo. El miedo ha sido el protagonista. Lo acreditan decenas de testimonios escuchados en la radio. Lo certifica el comercio, que ha sido el auténtico pagano de esta jornada por la ausencia de clientes¿ por la misma razón del miedo. En todo caso, lo de menos es el dato de participación. Lo importante es cómo se interpreta. Si las dos partes en conflicto entienden que han ganado, lo único que han hecho ayer ha sido enquistarse en sus propias posiciones. Desde esa postura, la huelga general ha sido un experimento inútil y una pequeña revolución fallida. Y no perdamos de vista al Gobierno, a quien corresponde la iniciativa política. Si considera, como ha dicho Rajoy, que ésta no ha sido una huelga general, hay que aplicar la lógica de las consecuencias. Y la lógica fundamental, la que coincide con la filosofía de este partido lo vamos a ganar, es ésta: que se ha terminado el diálogo sobre la reforma del paro. Que se olviden los sindicalistas de obtener algo en alguna hipotética negociación. Y que se olvide el cómplice PSOE de alguna compensación política. Por motivos menores, mucho menores, el señor Zapatero lleva meses esperando que le abran las puertas de Moncloa.