Negar la evidencia
NO hay nada más patético, y ridículo, que negar la evidencia, pero hay quién tiene desparpajo para eso y para más. Por eso cuando desde las ocho de la mañana del 20-J el ministro Pío Cabanillas recorría las emisoras de radio asegurando que no había huelga, que era un día normal y la ministra Birulés le secundaba asegurando que el 20-J era un jueves normal, muchos ciudadanos hemos sentido indignación por tan burda manipulación de la realidad. Porque la realidad, mal que le pese a José María Aznar, es que la huelga general ha sido mayoritariamente secundada, por más que los «pepes» expertos en propaganda, y por tanto de Cabanillas, a Arenas, pasando por el resto de ministros y dirigentes del PP repitieran que no había huelga, que la huelga había fracasado con la esperanza de que por repetir tal afirmación a los ciudadanos se convirtiera en realidad. Claro que ha habido huelga, y la huelga ha constituido un notable éxito. Las grandes empresas del país han parado, y sólo había que escuchar las informaciones de los periodistas a través de las radios, explicando provincia por provincia lo que estaba pasando para saber que efectivamente ha habido huelga general. En el Congreso, aprovechando la comparecencia del Defensor del Pueblo, Jesús Caldera, hizo uno de sus mejores discursos reiterando el compromiso del PSOE de cuando gobierne derogar este decreto y devolver los derechos que el PP ha expoliado a los trabajadores. Pero además entre sus señorías hubo tensión. Tensión por la indignación que en filas de la izquierda sentían cada vez que escuchaban a Cabanillas decir que no había huelga y el jueves 20 estaba siendo un día normal. Tensión porque los socialistas aprovecharon la sesión parlamentaria para atacar al Gobierno por el decretazo que supone un recorte de derechos sociales y que consagra el despido libre, mientras que desde las filas del PP se defendían arremetiendo contra el PSOE defendiendo el decretazo como la panacea para crear empleo.