Diario de León
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León

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L actual pánico bursátil tiene muchas causas: la pérdida de soportes técnicos, las falsificaciones de las cuentas empresariales, el estallido de la burbuja tecnológica, el contagio en Latinoamérica, etc. Pero también se debe a que el dólar se deprecia con excesiva rapidez. No es una cuestión de «profundidad», sino de «rapidez». Las empresas europeas obtienen un 20 por ciento de sus ingresos en el área dólar y una depreciación del 10 por ciento del mismo se traduce en un descenso del 3 por ciento en los beneficios. El euro ya ha superado la cotización de los 0,99 dólares. Todavía está muy lejos de alcanzar el valor con el que nació (1,18), pero ya hay quien aventura que pronto alcanzará la paridad. Todo ello no indica sino volatilidad. Como ha dicho Pedro Solbes, «la paridad no responde a ninguna realidad entre economías tan distintas». También resulta anormal que en los mercados de divisas, los más líquidos y eficientes del mundo, se produzcan movimientos tan «rápidos» como los que hemos visto en esta última escalada apreciatoria del euro. En realidad, la apreciación del euro no es una consecuencia de una mejor evolución de la economía europea, sino de la depreciación del dólar. La apreciación del euro es producto del aumento de las dudas sobre la recuperación de la economía norteamericana. Y si todo el mundo supone que el dólar está sobrevaluado un 30 por ciento, nadie mantendrá sus ahorros/inversiones en esa moneda en esperar de que suceda tal augurio. La depreciación del dólar es una consecuencia de la huida del dinero de todo el mundo de fondos nominados en dólares. Frente a la cesta de divisas de los países con los que los EEUU mantiene un mayor volumen de intercambios comerciales (Canadá, Japón, México y la UE), el dólar se encuentra en su nivel más bajo desde octubre pasado. Y el Banco de Japón se ha visto obligado a intervenir públicamente en el mercado de divisas para debilitar el yen. Si se mantuviera esta apreciación del euro podría pensarse que los enormes flujos de dinero que definen el valor relativo de una moneda estarían estableciendo una nueva banda de fluctuación del euro-dólar. Sería un movimiento que tendría importantes implicaciones sobre la elaboración de los presupuestos empresariales y gubernamentales del próximo año. En la UE se reducirían las presiones inflacionistas de las importaciones en dólares, pero afectaría negativamente al crecimiento económico. Después de tantos meses de decrecimiento económico ininterrumpido no creo que a nadie, salvo el BCE, le interese mucho que el euro se aprecie tanto.

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